Columnistas

La humanidad y la guerra biológica

El terrorismo internacional desde hace mucho tiempo atrás nos ha mostrado que, en sus múltiples vertientes dispone y manipula armas biológicas y siempre está dispuesto a usarlas con crueldad para beneficio de sus propios intereses, sin importarles la vida humana, aun sus propias vidas.

A partir de noviembre del 2019 en Wuhan, China, surge una peste con carácter pandémico llamada Covid-19, un virus clasificado como un coronavirus que afecta las vías respiratorias, y que hasta el día de hoy -y según las estadísticas de la Universidad Johns Hopkins de USA- supera los 2.2 millones de personas infectadas y más de 150,000 muertos en el planeta. ¿Quién es el culpable de esta peste mundial y quién pagará por estas horribles, terribles y dolorosas consecuencias?

En la edición de EL HERALDO del 17 de octubre de 2014 presagiamos los eventos que hoy vivimos. En aquel entonces escribíamos que el bioterrorismo es la utilización intencional de armas biológicas para causar enfermedad o muerte por medio de la propagación de microorganismos (bacterias, virus, hongos, etc) o toxinas en la alimentación o el agua, a través de insectos vectores, o en forma de aerosoles.

Los objetivos potenciales de estos ataques son los seres humanos, los cultivos alimentarios y el ganado.

La guerra biológica se origina desde épocas antiguas. Éxodo, uno los libros de la Biblia, da el testimonio de que Dios, con el propósito de que el rey de Egipto dejara libre a su pueblo escogido, los hebreos, sometidos a esclavitud durante 430 años, desató una guerra biológica sostenida con plagas de sangre; ranas; piojos; moscas de todo tipo; granizos y langosta, que provocaron muerte del ganado; de ulceras y hasta la muerte de los primogénitos de las familias egipcias incluyendo la del Faraón.

Pero muchos ven la guerra biológica o el bioterrorismo como algo muy lejano a nuestra realidad y pensamos que nunca nos podríamos ver involucrados en algo así. La verdad es que está más cerca de lo que nos imaginamos.

Lo más preocupante acerca de esto es que el terrorismo biológico es algo que avanza a pasos agigantados pero silenciosos. Las medidas que se han tomado no han podido controlarlo en un 100%, ya que se siguen creando armas cada vez más peligrosas, capaces de causar daños a millones de personas.

Los persas, griegos, italianos, sirios, japoneses, chinos, alemanes, ingleses, españoles, soviéticos, estadounidenses, entre otros, han usado armas biológicas, algunos utilizando vectores como pulgas, garrapatas, ratas, ganados infectadas de bacterias y otros patógenos.

Entre las bacterias de mayor uso como armas biológicas están el Vibrio cholerae, Shiguella sp, Bacillus anthracis, Yersinia pestis, Burkholderia mallei, Ricketsia prowazekii, Plasmodium sp, virus de la hepatitis A, micotoxinas de Fusarium sp (lluvia amarilla) que actúan bloqueando la síntesis del ADN en células humanas, Francisella tularensis o tularemia conocida como el arma de las ratas, no se descarta el Ébola que ya está en el listado.

Como se puede apreciar es un amplio abanico de enfermedades que pueden causar una epidemia y destruir una población de determinada región. La viruela, el sarampión, el cólera, la peste bubónica, ántrax, han sido las más comúnmente utilizadas como armas. Las armas biológicas son tan letales que, por ejemplo, un gramo de toxina botulínica pura puede matar 10 millones de personas.

La Asociación Médica Mundial reconoce la creciente amenaza de que las armas biológicas puedan ser utilizadas para causar epidemias devastadoras que se pueden propagar por el mundo.

Todos los países están potencialmente expuestos a riesgos. La difusión de organismos que producen viruela, ántrax, ébola, el mal de las vacas locas y otras enfermedades podría ser catastrófico. Al mismo tiempo, hay un creciente potencial para la producción de nuevos agentes microbianos, inducido por el aumento de los conocimientos de biotecnología y de métodos de manipulación genética de organismos. Por esto, la Asociación Médica Mundial considera que las asociaciones médicas y todos los relacionados con la atención médica tienen la responsabilidad especial de informar al público sobre las consecuencias de las armas biológicas y movilizar el apoyo universal para que condene la investigación, desarrollo y utilización de dichas armas por ser moral y éticamente inaceptables. En 1972 se firmó el acuerdo que prohibía la producción y almacenamiento de armas y toxinas biológicas. Este acuerdo se firmó simultáneamente en Londres, Moscú y Washington. Hasta la fecha actual, este acuerdo lo han firmado además de Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS, 130 estados de todo el mundo.

Es necesario crear consciencia en la humanidad y refrescar a las autoridades encargadas de la seguridad planetaria sobre la necesidad de afinar las estrategias de control sobre la peligrosidad del bioterrorismo al usar estas letales armas biológicas. Un adversario en guerra es capaz de usar además de las armas convencionales y nucleares, las armas biológicas. Los gobiernos deben ser más responsables en mantener informada a la comunidad civil mundial, esencialmente hoy, que hay guerras y rumores de guerra