Columnistas

Hay unas correas de transmisión de desinformación. Aunque ni calladitos pueden verse más bonitos, tendrían que medir sus palabras a un pueblo angustiado, por lo que no es culpa del gobierno. No es fácil ni para los que pueden almacenar alimentos ni para los que pagarán salarios sin producir ni para profesionales liberales ni para los de jornal. Para nadie. No se puede ser tan mezquino para desinformar en esta tragedia que nos golpea. Ni por politiquería, que no es política lo que hacen, ni por más seguidores se justifica el odio que algunos comunicadores y politiqueros nausean aumentando la frustración.

Esta población tan vulnerable lo que necesita es orientación, no desaliento. Actitud tan deleznable les será adversa. No es posible ganar deseando el fracaso del gobierno. Si fracasa en esto, fracasamos todos. Hondureños somos. Como ciudadanos debemos velar porque los servidores públicos hagan su trabajo y con transparencia. Pero mentir, difamar y desinformar y en semejante desgracia, es ser apátrida como el que más.

Ya estará el gobierno, alcaldías y otros, organizando brigadas para alimentar a los excluidos. Es lo que sigue. Todas las medidas que van tomado son acertadas. Claro que nos va a parecer que hubieran sido antes, que no hubieran que haber sido necesarias, pero se están tomando. No puede ser que el daltonismo con que los turbados ven la realidad nacional les impida reconocer y, aunque no lo reconozcan, que no se necesita, que encuentren la forma de ayudar, no de estorbar.

Ve y para unos ignaros, que pretenden dirigirnos sin conocer nuestra historia: fue cuando el huracán Fifí que hubo corrupción horrible y generalizada. Cuando el Mitch la corrupción no fue en el gobierno central ni general, fue focalizada y más por el desorden gerencial en ese foco. Facilito averiguar. El liderazgo durante el Mitch fue acertado y visionario. Porque les caiga mal aquel que dijimos, no es posible desconocerlo. Engañando ni ayudan ni llegarán. Honduras es siempre