Columnistas

Política, dinero y corrupción

La organización no gubernamental Transparencia Internacional con sede en Berlín, Alemania, fue fundada en 1993 y desde 1995 lanza su publicación insigne, el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), el cual es el principal indicador mundial de corrupción en el sector público.

El 23 de enero 2020, Transparencia Internacional presentó su informe anual 2019 Índice de Percepción de la Corrupción en 180 países, fundamentado en estudios investigativos con expertos y empresarios. Este IPC se mide de una escala de cero (percepción muy corrupto) a cien (percepción muy transparente).

En esta evaluación, Honduras obtuvo la calificación 26, alcanzando la segunda posición como el país más corrupto de América Central, separándolo 17 puntos del país más corrupto del planeta, Somalia, evaluado con apenas 9 puntos; pero con la triste coincidencia -y muy a pesar del nacionalismo honesto-, son las mismas banderas que tanto usa el orlandismo y la República de Somalia.

Esta calificación de Transparencia Internacional revela a Honduras como unos de los países más corruptos del planeta, y justamente, es la confirmación de la realidad ya rotulada por los fiscales del Sistema de Justicia de USA en el Distrito Sur en Manhattan, Nueva York, que Honduras es un narco-Estado y su presidente un co-conspirador de narcotráfico, esta es, infelizmente, la cruda realidad, los hondureños estamos viviendo inmersos en un mar de corrupción e impunidad.

Entre el catálogo de actos de corrupción es bueno traer al presente el caso del robo inmisericorde al Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) donde participaron políticos, diputados, empresarios, funcionarios públicos, sindicalistas, y como consecuencia miles de compatriotas perdieron sus vidas a causa de la falta y falsificación de medicamentos, la falta de insumos quirúrgicos y malos servicios médicos. Las empresas involucradas sobornaron con cuantiosas sumas de dinero a estos personajes, incluyendo presidentes de poderes del Estado y de partidos políticos, provocando gran indignación y repudio en el pueblo hondureño, saliendo a las calles reclamando justicia y, desde ese entonces, pidiendo la renuncia del régimen orlandista. Como consecuencia de estas justificadas manifestaciones del pueblo se estableció la Maccih.

Con la Maccih salieron a la luz casos escondidos, como el involucramiento de diputados, funcionarios públicos, empresarios, en los casos Pandora 1 y 2; Red de Diputados; Fe de Erratas y Falsificación de Documentos; Fondo Departamental; Arca Abierta; el robo de salud pública, de los institutos de previsión social; las ONG de maletín; el barril sin fondo pero rebalsado de fondos de la Tasa de Seguridad. Lo mismo que la creación de leyes obstaculizando la justicia como la Ley de Inmunidad Parlamentaria, la Ley de Secretos Oficiales, aprobación de leyes de encubrimiento y protección a corruptos, y, por último, así de frente, retando al pueblo honesto de Honduras (la mayoría), aprobando la no renovación de la Maccih.

Cotidiano es observar la violación a los derechos humanos, excesiva militarización para infundir miedo al pueblo, nepotismo, asesinatos. Se observa el tráfico de la compra-venta de dignidades, como para el caso elegir la junta directiva del Congreso Nacional, fiscales, magistrados de la CSJ, de la Corte Constitucional, PGR, jueces, Tribunal Superior de Cuentas, Tribunal Supremo Electoral. Incluye la elaboración de contratos amañados para construcción de carreteras y cobro de peajes, contratos de energía con empresas de maletín. Elaboración y aprobación de presupuestos para obras ficticias o sobrevaloradas, la elaboración y aprobación del nuevo y nefasto Código Penal.

Por tanto, la calificación que concedió Transparencia Internacional a Honduras a través del Índice de Percepción de la Corrupción es correcto y comprueba la percepción con la realidad.

En el análisis del informe de Transparencia Internacional sugiere reducir y controlar rigurosamente el dinero en la política y promover la toma de decisiones políticas, inclusivas e imparciales, porque son esenciales para frenar la corrupción.

Es urgente evitar el abuso del poder y la influencia del dinero en las campañas políticas, porque son distorsionadoras del pensamiento humano, y cuidar que el dinero no gane las elecciones, porque al final los gobernantes electos gobernarán para quien les proveyó de dinero y no para el pueblo. Es necesario impedir que la influencia del poder del dinero logre desvirtuar la voluntad de un pueblo y altere la competencia electoral; hay que frenar el soborno e imposibilitar dicten políticas públicas que vuelvan más frágil la democracia.

Propongo se invite a establecerse permanentemente en Honduras un organismo internacional confiable, respaldado por gobiernos europeos democráticos honestos que incida en las próximas reformas electorales de Honduras, para evitar el abuso de poder y la corrupción. Desde luego, que dicho organismo no tenga la influencia de la ONU ni la OEA y menos del gobierno de Trump. Queda planteado.