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Un fluorescente robo

La noche en que Thomas Alva Edison construyó la primera lámpara incandescente con un filamento de bambú carbonizado, jamás habría imaginado que lejos de su laboratorio, en ese mismo momento, estaba Honduras agazapada en la oscuridad de los vientos despavoridos de un universo aislado del modernismo y los grandes avances del mundo.

Prueba de ello es que se iluminaba con las hogueras de una civilización bárbara e idiotizada y que hoy más de un siglo después, unos tecnócratas y políticos se harían ricos con los saqueos desmedidos que produce la energía eléctrica.

Gracias a ese invento de Edison se le iluminaron los negocios a aquellos con irregulares procedimientos y consentimientos de permisos de operaciones y contratos de energía; por otro lado, los conectes políticos y los pegues por debajo de la mesa a fin de echar a andar la turbina de la corrupción, fue solo el inicio de un descalabro desde 2010 con el otorgamiento de “estímulos” para la construcción de proyectos de energía limpia, hidroeléctricos, eólicos y solares en un festín de funcionarios “brillantes” que hasta al narcotráfico incluyeron en sus planillas de “conectes”.

Pues bien, en medio de esa maraña de conexiones, el Consejo de Ministros aprobó la intervención de la ENEE por razones de interés público –dicen ellos– y encontrarse operando con pérdidas en detrimento de las finanzas del Estado, nombrando una Comisión Interventora, una más con la intención de declarar una “emergencia” y, por supuesto, la oportunidad con miras a darle el tiro de gracia y saquear las últimas migajas ardientes de la corrupción que sobrepasa los 57 mil millones de lempiras en sus fraudulentos y desmedidos contratos de 600 mega watts a través de plantas fotovoltaicas contratadas bajo el marco especial de energía renovable, negociada y arreglada entre los funcionarios de dicha entidad.

Políticos corruptos y algunos empresarios del sector eléctrico durante las administraciones pasadas, y esta que no se midió en carbonizar de un solo golpe y de paso poner sus explicaciones baratas en “niños bonitos” que se arremangan la camisa con la finalidad de defender los actos bochornosos de la corruptela energética, que además de establecer dolosamente el sobreprecio, contrata un tipo de fuente solar en cantidades superiores a lo que el sistema interconectado hondureño puede soportar.

Como si lo anterior fuera poco, los contratos a esta compra se realizaron sin licitación, según lo constató el TSC, lo cual fue ignorado y sellado con la cinta aislante de un silencio en los entes jurídicos.

Esta electrizada pudrición es uno de los casos de corrupción más grandes en la historia de Honduras, el mismísimo Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) denunció por fraude ante el Ministerio Público a la Empresa Nacional de Energía Eléctrica por las planillas fantasmas que generaron un perjuicio por 11.9 millones de lempiras en la estatal eléctrica durante el período de 2016-2019.

Con todo esto, don Thomas tampoco imaginaría que su corriente de genial invención dejaría en la penumbra jurídica y moral a un país que aún se alumbra en las fogatas de la miseria política.