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Niñez y adolescencia en las migraciones centroamericanas

Las migraciones son parte de la historia de la humanidad desde sus orígenes, las cuales han permitido el intercambio de culturas, mezcla de lenguas y generación de procesos sociales multiculturales. Lo que ha variado en el fenómeno migratorio son las causas; no obstante, se sabe que su cambio se ha dado en las razones que motivan a migrar.

En Centroamérica, las migraciones se han dado particularmente del denominado Triángulo Norte (Honduras, Guatemala y El Salvador) hacia México y Estados Unidos.

Por su parte, Nicaragua se caracteriza por ser un país cuyos migrantes tienen como destino Honduras y Costa Rica; reconocido por recibir migrantes por los buenos índices sociales.

En la más reciente oleada de migrantes centroamericanos, quienes se vieron en la necesidad de abandonar su residencia por distintas causas (desigualdad social, violencia, desempleo, pobreza), ha causado un éxodo en busca del “sueño americano”.

Esta situación ha afectado tanto a adultos como a una cantidad importante de niños, niñas y adolescentes que han decidido empacar sus pertenencias y salir de la tierra que alguna vez les vio nacer.

Muchos de ellos hacen el recorrido acompañados de familiares y otros se aventuran a hacerlo solos, esperando encontrar a algún familiar o conocido al final en el destino, según datos a inicio de año publicados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se logró evidenciar que de 12,574 personas que llegaron a la frontera mexicana, el 63% manifiesta el temor a morir debido a la violencia y la persecución recibida como uno de los impulsos para dejar sus países.

Lo que más preocupa de esta gran cantidad de personas es el alarmante número de menores no acompañados que llegan a la frontera, demostrándose que 3,898 correspondía a menores que viajaban solos, según el número total de migrantes registrados.

La investigación actual sobre las causas y problemáticas que experimenta la niñez y adolescencia en su calidad de migrantes o refugiados es insuficiente, lo que dificulta el abordaje de la misma.

En los países centroamericanos hay una carencia de políticas migratorias y legislaciones enfocadas en los derechos de los niños, niñas y adolescentes migrantes.

Esta situación centroamericana debe preocuparnos, es hora de buscar un alto a las difíciles situaciones sociales que enfrenta la región; a los altos niveles de inseguridad y desigualdad que causan que niños, niñas y adolescentes se vean obligados a vivir situaciones adversas, con tal de buscar mejores oportunidades.

La migración está en la esencia de la humanidad, es inefable esa necesidad del ser humano por abrazarla, sin embargo, esto no nos exime de buscar como región una respuesta que dé un alto definitivo a esas caravanas de menores no acompañados, que día tras día paran sus sueños, sus estudios, su infancia en la construcción de quimeras idílicas al arriesgarse al perseguir una mejor condición de vida.

Como países que compartimos la misma porción de tierra, nos bañan los mismos mares y nos abriga la misma historia, hemos olvidado muy rápido la importancia de tendernos la mano, buscar soluciones y proteger a esa población acechada por la sombra de un pasado envuelto en violencia, dolor y crujir de dientes.

La migración existe, no desaparecerá, lo que sí podemos y debemos tener como meta común es permitir un proceso que no envuelva en sus tentáculos a los niños no acompañados.