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Ya han sido nominados los quince aspirantes a integrar los organismos electorales. La Comisión Multipartidaria del Congreso Nacional, responsable de realizarles las audiencias, ha dictaminado y con ello se inicia otra etapa en este proceso de tanta trascendencia para la vida democrática de la nación.

La esperanza que genera no ha sido opacada por el retiro de dos distinguidos profesionales propuestos por el Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal (CCEPL), en una más de las acciones imprudentes e ilógicas de su Presidente.

¿Qué tenían que ordenar -y no consensuar como corresponde- con la bancada del partido? Instrumentalizar a reconocidos togados correligionarios, con méritos suficientes para alzarse con los cargos, es inaceptable. La pretensión dictatorial de imponerse a nadie beneficia y solo a ellos, los imprudentes y a los buenos de los profesionales instrumentalizados, perjudica. No se trata de pugilatos, o de hacer puños en los que también saldrían perdiendo.

De lo que sí se trata es de encontrar puntos de encuentro, que aunque no se crea, son más numerosos y de fácil acceso de lo aparente. Sus propuestos autorretirados gozan de idoneidad. Por sí mismos pudieron terciar en el concurso, como lo han hecho y van punteando otros profesionales liberales, tan capaces y honorables como ellos.

Nada menos. Otros que se han venido anunciando como objetivos de negociaciones también van quedando y confirmando las especulaciones. Pero ello no debe asustar. Es de confiar que el sectarismo y la radicalización exhibida por algunos de los llamados quedaran supeditadas a su propia integridad y al interés nacional.

Lo que sí hay que tener en cuenta y debe motivar a la ciudadanía a exigir reformas electorales urgentes y profundas, es que ni Santa Ana ni San Jorge que dirijan los órganos electorales son garantía de elecciones limpias. Hay que asegurar la ciudadanización de las mesas y una positiva penalización de los delitos electorales que resulte en su efectivo disuasivo.