Columnistas

Nuevas fronteras

Me huele que el gobierno de los Estados Unidos está creando, no muy sutilmente, nuevas fronteras; interviniendo de manera inteligente países en los que ha logrado alinear y dominar por chantaje a gobiernos evidentemente corruptos o ligados al narcotráfico.

El lenguaje de tono agresivo poco diplomático del presidente Trump, las presiones económicas a manera de extorsión a sus vecinos del sur, parecen ser una forma sui géneris de construir muros para detener a los miles de hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y mexicanos que, a manera de éxodo bíblico sin Mesías, huyen de los latigazos neoliberales con los que se les castiga en sus países.

La corrupción entronizada en los gobiernos de Honduras y Guatemala ha sido el perfecto pretexto para que el gobierno estadounidense, en la práctica, haya intervenido, aniquilado y evidenciado la ineptitud y complicidad con la corruptocracia de los poderes judiciales de estos países.

La creación y funcionamiento de la Cicig en Guatemala y la Maccih en Honduras son, independientemente de las buenas acciones contra la corrupción impune, una intervención tácita a causa de que en la justicia de estos países, como decía el poeta Roberto Sosa: “Todo se consume bajo esa sensación de ternura que produce el dinero”.

La pretensión de convertir a México, Guatemala, Honduras y el Salvador en zonas seguras para evitar la migración es también una forma novedosa de construir muros o nuevas fronteras, con el agravante de que la proactividad política del gobierno de EUA tiene claro el aprovechamiento y acceso a recursos naturales para su beneficio.

Los gobiernos de Guatemala y Honduras están claramente alineados a ser nuevas fronteras estadounidenses. La vulnerabilidad de los gobernantes de estos países para ser juzgados por la justicia del imperio por sus actos de corrupción, no les deja alternativa que entregar la soberanía y convertir a estos países en nuevas fronteras en donde la pobreza crecerá y no permitirá frenar la migración, que poco a poco se convierte en uno de los más grandes actos de protesta en el mundo.

El gobierno de México con su histórica política de no intervención en otros estados, se está adaptando estoicamente y hasta invirtiendo dinero en gobiernos vecinos corruptos para cuidar sus intereses.

Al nuevo gobierno de El Salvador todavía no se le ve clara la jugada geopolítica en esta estrategia imperial de creación de nuevas fronteras para afianzar la xenofobia de Trump y sus seguidores.

Lo que sí está claro es que la corruptocracia y el narcotráfico están siendo los mejores aliados del gobierno estadounidense en la definición de sus nuevas fronteras, que convertirán a nuestros países en grandes cárceles de pobres que seguramente seguirán saltando los muros invisibles, porque como decía el curita de mi pueblo: el hambre
es impredecible.