Columnistas

Vivimos en sobresaltos los hondureños. Qué pesar. Honduras de luto con la desgracia de pescadores misquitos. Toda vida es preciosa, pero la de estos compatriotas además significaba el sustento diario de sus 36 familias de escasos recursos.

Qué conmoción. El vil asesinato del “Pelón” Acosta, apreciado liberal, en vías de ser uno más en la impunidad. Tanto recurso sin lograr reducir la delincuencia ni disuadirla acabando con esa maléfica impunidad. Tantas vidas perdidas, sin que parezca tener fin. Todos sufrimos y mucho perdemos con una joven vida valiosa, cegada por la criminalidad.

Honduras ve desvanecerse su futuro a manos de la delincuencia y de la desesperanza. La ciudadanía es la que tiene que encontrar la forma de que cada quien cumpla con su deber y contribuya a evitar se consolide semejante panorama. Tiene que haber manera de hacer que todos los servidores públicos actúen como tales y no como típicos burócratas haciendo solo lo indispensable para justificar sus salarios y esperar la llegada del fin de mes.

Con sobresaltos y por milagros, asimismo, no solo para conservar el bien jurídico más importante, la vida, sino también en el de cubrir las necesidades más elementales, que es el diario vivir de la mayoría de los hondureños. Agobios todos que pueden relegar los que no lucen tan prioritarios, como el alimentarse y vestirse. Pero el combate a la corrupción y la impunidad son vitales para construir el futuro de esperanza que nos corresponde.

Ya se va otro vocero de la Maccih, instancia que por ahora nos es indispensable. Y ya andan buscando lo que no se ha perdido. ¡De una vez dejen a la mujer! La doctora Ana María Calderón es una jurista del más alto nivel, lo ha demostrado, como cualquiera de los caballeros que designan. Y más. Pero, sobre todo, ya nos conoce. Y las limitaciones propias de un país tercermundista no la retraen de su determinación de ayudarnos. ¡Dejen de vocera de la Maccih a la doctora Calderón! Es lo lógico y conveniente para nuestro país.