Columnistas

Políticos y errores forzados

Siempre, y la comparación es triste, cuando se dan resultados de elecciones en otros países nos acordamos de los reincidentes magistrados del Tribunal Supremo Electoral hondureño, que se ganaron impasibles la desconfianza y el desdén de la población, por cumplir mal y tarde con nuestro costoso proceso.

Como desquite, la gente ridiculiza, caricaturiza, a quienes abomina; cuando hay un partido de fútbol con polémica, concurso de cine, belleza o música, las redes sociales y el WhatsApp multiplican incansables “memes” del TSE (especialmente de David Matamoros, el más visible) proponiendo soluciones burlescas, y todos muertos de la risa.

Claro que era menos simpática la sospechosa tardanza, la denunciada maniobra, que irritaron los ánimos en la calle, y como las consecuencias son inevitables, ya sabemos: varios muertos por balas oficiales; decenas de heridos entre manifestantes y policías; algunos protestantes todavía presos; destrozos en tiendas y la propiedad pública; sensación de inestabilidad, violencia, zozobra, estrés.

Para aliviar el trauma en las calles, o pretendiendo demostrar que aprendieron la lección, las autoridades de aquí y los que mandan desde afuera, propusieron reformas electorales y desmembramiento el deshonrado TSE; desde los escombros construir un Consejo Nacional Electoral y un Tribunal de Justicia Electoral.

Con su vicio incorregible, los políticos calcularon oportunidades, negociaciones, poder, control, cargos, y se pasaron el año anterior en discusiones que solo posponían las urgentes reformas constitucionales para los cambios, y llegaron así hasta el último día para hacerlo, el 24 de enero de este año.

En el juego de tenis llaman errores no forzados a esos puntos que pierde un jugador sin que el adversario los provoque para que falle, como pasa entre los políticos, que guiados por su interés y ambición, repiten y repiten, no pasan de golpear la línea y su saque queda en la red. Nosotros, que vemos el partido, nos aburrimos y perdemos más que ellos.

¿Entonces qué? Aunque ya se sabía que los desacreditados magistrados actuales del TSE tenían que salir ahora, pasó el tiempo otra vez y no se escogieron los nuevos funcionarios: tres titulares y dos suplentes para cada organismo, Consejo Electoral, Tribunal de Justicia y Registro de las Personas.

Tampoco se aprobaron las leyes que regirán las nuevas instituciones, y todo lo que falta. Negociaciones por medio. Repartición de plazas. Trampas en la selección. Qué me das y qué te doy.

La idea, la intención, era que estos nuevos organismos los manejaran técnicos en cada área, despolitizados lo más que se pueda, para que los próximos procesos electorales sean transparentes, confiables, sosegados, normales.

Desde el Congreso Nacional, los políticos siguen jugando su partido, con su ardid y maquinación, pero también cometiendo sus errores no forzados, sin medir que es peligroso, y podrían perder el juego.