Columnistas

Una mujer con corazón grande

El próximo sábado 18 de mayo se beatificará a Guadalupe Ortiz de Landázuri. Nació en Madrid en mil novecientos dieciséis, le entregó su vida a Dios como numeraria del Opus Dei en mil novecientos cuarenta y cuatro. Después de una operación de corazón abierto falleció en mil novecientos setenta y cinco. Físicamente, buena parte de su vida padeció de una afección del corazón, pero espiritualmente su amor de Dios lo había agrandado para darse con generosidad a los demás.

En estos días tuve la oportunidad de ver varios videos alusivos a su vida y virtudes en la página del Opus Dei (www.opusdei.org), me impresionaron su enorme capacidad de entrega, su fortaleza y alegría para llevar a cabo muchas empresas humanamente difíciles. Fue de las primeras mujeres que se doctoró en química en España. Inició la labor apostólica en México, haciendo una gran labor humana y sobrenatural con mujeres de toda condición social. Por ejemplo, comenzó una escuela para niñas campesinas en Montefalco, que aún setenta años después contribuye al mejoramiento de la calidad de vida en esa área, entonces en condiciones bastante precarias.

Hace un par de años, tuve la suerte de escuchar personalmente al postulador de su causa, el P. José Carlos Martín de la Hoz, que estuvo algunos días en Honduras. Recuerdo que nos contó algunas circunstancias del fallecimiento del padre de Guadalupe que me impresionaron. Militar del ejército, fue condenado a muerte como producto de ciertos sucesos de la convulsión social en la que se encontraba España de los años treinta. Años después, durante su estancia en México, conoció a varios españoles en el exilio, algunos de ellos de la facción política en el poder durante la condena de su padre. Quedaron entonces en evidencia su amor y capacidad de perdonar. Con muchos de ellos entabló una profunda amistad. Su único interés era hacer el bien y acercar a Dios a todos. Su don de gentes le facilitaron el trato con personas de toda condición social.

Cuentan los que la conocieron que era una persona muy accesible. Con una sonrisa y alegría contagiosa producto de su cercanía e intimidad con Dios. Como numeraria del Opus Dei, realizó una gran labor apostólica a través de su trabajo profesional en España, Roma y México. Al escuchar relatos sobre su vida me pareció que su ejemplo nos será de mucha ayuda. Su beatificación por parte de la Iglesia nos presenta una figura atractiva que puede enseñarnos a tener un corazón valiente, abierto, tolerante
y misericordioso.

Testimonios de vida como el de la futura beata nos brindan la oportunidad de acudir a su intercesión y pedirle que nos convierta en sembradores de paz y de alegría. Con la gracia de Dios, llegaremos a ser una luz de esperanza, tal como ella lo fue en su ambiente.