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Paula Valentina

Aquella mañana del 22 de julio de 1928, una foto detuvo el tiempo y grabó para siempre los rostros de diez jóvenes atletas. Integrantes del Club Helios participaban en el Primer Campeonato de Baloncesto Femenino del país, en La Isla, Tegucigalpa. Vestidas con traje de dos piezas (blusa y falda cuadriculada), posaron durante la inauguración del torneo en el que resultarían campeonas. En este testimonio gráfico del novedoso evento que sería histórico aparece una joven basquetbolista acuclillada, sosteniendo un banderín blanco que dice “Paz”. Su nombre: Paula Valentina Pavón Matute, mi abuela.

La abuela Valentina nunca nos contó de esta participación, pero su álbum de fotos quedó como evidencia de esa primera vez en que nuestras mujeres compitieron en un torneo oficial de baloncesto (los primeros equipos femeninos, el Tegucigalpa y el de la Escuela Normal de Señoritas se habían fundado un año antes, en 1927). Según cronistas, el deporte empezó a practicarse en el país en 1925, así que no pasó mucho tiempo para que las mujeres también lo hicieran.

Era un hecho excepcional, si vemos el contexto: ellas no podían votar ni ocupar cargos de autoridad, su presencia en espacios públicos era muy restringida (Clementina Suárez recién se volvió popular en la década de los treinta) y no fue sino hasta 1936 que se graduó la primera mujer (Corina Barahona) de la Universidad Nacional. El deporte brindaba una oportunidad única para mostrar esa igualdad de capacidades que en otros espacios se les cuestionaba, negaba o restringía.

Casi cien años después, una de sus bisnietas con su mismo nombre (Valentina) practica deportes en su escuela secundaria y ha logrado destacar en atletismo, fútbol y voleibol. Además de sus méritos académicos, ha podido demostrar su talento deportivo dentro y fuera del país. Otras descendientes de Paula Valentina estudiaron y estudian carreras universitarias, logrando en las aulas universitarias lo que ella, aún con su proverbial inteligencia, no pudo realizar por haber debido bregar a solas para sostener a su pequeña familia.

El pasado domingo, una experimentada Melissa Pastrana pitó por primera vez un “clásico” del campeonato de fútbol profesional nacional. No era su primer partido, pero la ocasión era histórica, nacional e internacionalmente. Nuestra hija Paula (que ama el dibujo, la astronomía y quiere ser astronauta) gritó de emoción cuando vio a la referí uniformada en la tele, haciendo respetar el reglamento. Con un salto y un fuerte “¡¡¡¡Sííííí!!!!”, que daban cuenta de su emoción, constaté el simbolismo ejemplar de ese momento en la retina de cada niña, cada mujer y cada persona que pudo atestiguarlo.

Sé que Paula Valentina -a quien ninguna bisnieta conoció en persona- estaba ahí, gritando y saltando con ella(s).