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El amor no es cursi, la amistad tampoco

Las ideas sobre el amor y la amistad corren el riesgo de ser vistas con extrema ligereza, con una seriedad tibia y no sin cierto sonrojo y morbo. De inmediato surgen en el imaginario colectivo unos corazones rojos, chocolates, tarjetas adornadas y todo tipo de imágenes prefabricadas relacionadas al afecto nacido entre dos personas cuando se habla del amor y la amistad y la fecha que sirve para conmemorarlas.

Esta imagen preconcebida que no acaba de ser tomada en serio está más relacionada con el aparato comercial y el mundo “hollywoodesco” que con lo que en realidad pasa en la vida de las personas.

El problema es justamente tener esta imagen tan poco real de dos temas tan serios y trascendentales en la historia de la humanidad.

Las redes de amistad forman una de las estructuras más importantes para el funcionamiento de una sociedad. Esa relación solidaria que se da de manera espontánea y necesaria entre los individuos los sostiene emocionalmente, y permite un desarrollo normal de la personalidad y por ende un funcionamiento estable en el entramado social. Desde que se es niño las amistades afloran y permiten crear las nociones de compañerismo, colaboración, respeto, entre otros valores.

Lastimosamente, la amistad al tener esa característica de espontánea y al ser una habilidad casi natural en el ser humano se da por supuesto que sabemos establecer relaciones y en el camino se aprende todo lo que se debe saber al respecto, y ese razonamiento no está tan alejado de la realidad, pero también es cierto que no está de más la formación humana en lo relativo a las relaciones que se establecen con los otros.

En el ideal se debería tener una relación amistosa con todos aquellos con quienes se comparte cualquier espacio, la cortesía no basta. Ya todos sabemos qué es lo que pasa en estos nuestros días. La amistad deja de ser entonces un tema ligero y cursi y se convierte en un tema serio.

Pasa lo mismo con el amor, y diría que en el amor la situación es más crítica. El problema es que no suena a una palabra seria o a una palabra académica ni mucho menos una palabra relacionada al desarrollo o seguridad de un país. Suena a una palabra de comercial de San Valentín, a un mero romancero, a pura poesía o canción de corte amoroso, en definitiva, suena solo a discurso. Jamás el amor será visto como tema de país o de humanidad, y
es una pena.

Quizá esta falta de seriedad en la percepción del amor se deba a lo subjetivo que pueda ser, pero una cosa es lo subjetivo y otra es lo no trascendente. ¿No es por falta de amor que se desintegran las familias? ¿No es por falta de amor que en muchos hogares se crece con una huella dolorosa y además imborrable? ¿No es por falta de amor que a muchos les gana la avaricia y no importa lo que pase con el otro? ¿No es por falta de amor que da igual acabar con el otro?

El amor a uno mismo es buscar ser mejor cada día, el amor a los cercanos es ocuparnos de ellos y colaborar con ellos, el amor a los más lejanos es un profundo respecto, amor a la ciudad es cuidarla, amor al país es buscar el bien de todos aquellos con los que se comparte la tierra, amar a la humanidad y el mundo es respetarlos y hacer que se respeten.

Visto así, creo que el amor parece menos un asunto banal y más un tema de la agenda nacional. Y aún si lo redujera al amor de pareja, si cada uno se lo tomase más en serio, ¿no habría familias más felices y estructuras más sólidas para la sociedad?

Quizá hay que darle al amor un término más técnico, uno que quepa en la agenda de cualquier gobierno y en las acciones de
cualquier humano.

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