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La máquina de hacer políticos

Una de mis grandes pasiones siempre ha sido leer a Sócrates, padre de la ironía y profesor de Platón, este fue maestro de Aristóteles y este último tenía de pupilo a Carlos Magno, el joven invitaba a su mentor a que invadieran territorios, puesto que con su inteligencia y astucia podrían lograr muchas cosas; pero Aristóteles le dice a su estudiante que él no se apoderaba de tierras, lo que hacía él era conquistar mentes, luego en la Edad Media tenemos a Santo Tomás de Aquino que utilizó las cinco vías para saber de la existencia de Dios.

Todo esto y más se encontraba en la biblioteca de mi padre como si allí fuera el jardín de los deseos no cumplidos, y entonces descubrí un libro que me llamaba mucho la atención, que era uno los pensadores alemanes llamado Hegel, y cuyo nombre del ejemplar era “Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, fue ese momento que leía con mucha pasión y encanto con el fin de encontrar la verdad.

Lástima que a nuestros políticos esto les resulte desconocido y aburrido. Sin embargo, hoy por hoy, los jardines de las delicias, codicias y escenarios llenos de lascivia se cumplen abriendo una cuenta en redes sociales, esa plataforma digital que no conecta ideas.

No obstante, ha arrasado con ideologías y principios sociológicos, al convertirse estas redes en teclas del cambio social.

Los nuevos movimientos en la era de internet han sido un vigoroso aliado de aquellos que de alguna manera se encuentran expuestos ante esos sitios de dominio económico, político y cultural, dotándolos de la fuerza suficiente con miras a forjar y concretar acciones de cambio que fluyen desde el mundo digital hasta el mundo material.

También internet y las redes han construido en las sociedades contemporáneas una sensación equivocada de pertenencia y autonomía, al edificar relaciones basadas en interacciones digitales, dado que se fabrica una falsa idea de amistad, superficial y limitada, ya que es con la finalidad de promover opiniones y debates públicos; la lucha parece ser solo dentro de la pantalla y en la realidad las cosas seguirán igual, un caos de miserias y corrupción agitada por la política y la economía del nuevo desorden hondureño año tras año. Mientras eso sucede, la red es una fantasía vigilada por corporaciones imponentes donde recopilan grandes cantidades de datos sobre los individuos, que después lo utilizarán a su conveniencia. Internet ha creado una doble vida online y offline cada una con sus propias características.

En la vida online, la capacidad de percibir, negociar y convivir con otros seres humanos se ve solucionada, luego no es necesario negociar, sino mover teclas en el sentido estricto de los políticos con el propósito de levantar una red de corrupción online. Además, han proliferado una jauría de poder con memoria artificial, en línea puede crear muchas tendencias falsas en la construcción de una democracia para engañar con un clic, sobre todo en las generaciones más jóvenes.

La web, como la vida, reclama una responsabilidad total y absoluta por parte de los usuarios, debido a que prácticamente cualquier persona se adueña de la veracidad y de la autoridad de la percepción emocional de la política. Que, gracias a la comunicación global, la mentira, demagogia, perfiles y el maquillaje digital ya no puede ser referencia para reconstruir un país, pues los cambios que se requieren, deben ser reales, honestos y rápidos. Un like, no basta.