Columnistas

Reformas electorales

Si “quitamos el ojo” de la cronología de hechos sobre reformas electorales perderíamos la seguridad de que existen eventos detonantes e indicativos de haber iniciado el buen camino para salir de las crisis. Las reformas electorales serán un buen fruto y no una mala semilla para un árbol que es el sistema político electoral. Las crisis se deben atender, de lo contrario se vuelven repetitivas.

La crisis política de 2009 desencadenó una crisis social que llevó a otras crisis como la institucional y la de seguridad. Sumadas han causado mucho daño, y han sido atendidas con menor o mayor interés unas de otras, pero en el proceso de enfrentarlas se fue produciendo una reconfiguración de los partidos políticos y una renovación de sus enfoques.

La propia estructura de un árbol tiene cierta analogía con la estructura del sistema político electoral actual. La crisis política de 2009 fue la raíz, cuyas semillas venían germinando desde años antes; el tronco fue la crisis social que engrosada expandió sus ramas de crisis institucional y de seguridad acabando en una copa cuya sombra no era para todos y creó recelo. Copa, tronco y raíces son los componentes globales del árbol; como confianza, justicia y reformas electorales son los componentes globales del sistema político electoral. Por eso en la temporada de cosecha un árbol con buenos frutos es generoso con quien lo ha cultivado, y con buenos frutos no hay malas semillas.

Todos han cultivado, los líderes de los partidos políticos de manera divergente y convergente han contribuido a propuestas de reformas, articulando el momento con las ideas de la sociedad civil han generado un abono y tierra fértil favorable para que las futuras semillas sean tan buenas como los frutos de donde provienen, forjando un desarrollo político con mayor transparencia y cultura de rendición de cuentas.

Para que la copa del árbol brinde sombra para todos, las reformas electorales deben ser un buen fruto de todos, y esto ha ocurrido porque las mismas crisis han permitido la reconfiguración de los partidos políticos y una renovación de sus enfoques.

Por eso tenemos nuevos partidos hegemónicos, coaliciones de oposición y en las próximas elecciones primarias y generales encontraremos liderazgos transformadores con valores que den esperanza y confianza al nuevo sistema electoral.