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La relación entre la migración y la desigualdad en Honduras

En los últimos años, organizaciones importantes en el estudio de la temática migratoria, han concluido que el determinante central de las migraciones no es la pobreza en sí, argumentando un peso más importante y correlacional a las desigualdades sociales, que en parte son implantadas por los grupos de poder económico mundial, traduciéndose a la vez en la producción de mayor pobreza. Tanto el Banco Mundial (BM), como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), plantean que los sectores más desfavorecidos ni siquiera tienen la opción de migrar.

Es decir, lo anterior resalta el peso determinante de las desigualdades sociales en los procesos migratorios.

Según el Banco Mundial, Honduras, es uno de los países más desiguales de Mundo, ocupando el primer lugar en América Latina con un coeficiente de GINI de 53.7. Solo para dar un ejemplo, a nivel mundial Noruega es el país de menor desigualdad con un coeficiente de Gini 25.9 y Sudáfrica el de mayor desigualdad con 63.4. A partir de los últimos decenios del siglo pasado hasta la actualidad, Honduras ha sido un país expulsor de emigrantes, demostrándose en las altas tasas migratorias negativas, o sea que existe más población emigrante que inmigrante. El flujo masivo de hondureños, se produce en un tiempo en el que se genera mayores desigualdades, precisamente en la década de los 90, con la implementación aún más marcada del modelo neoliberal. Según el Centro de Estudios Económicos y Políticos de Washington, en Honduras el 5% más rico de la población controla el 80% de la economía; sin embargo, los pobres pagan el 41% de los impuestos y los ricos solamente el 18.9%. A pesar de esta fuerte relación entre la migración y las desigualdad, hasta lo que se ha logrado escudriñar, son casi inexistentes en el país los estudios que vinculen ambas variables, partiendo desde un enfoque teórico epistemológico, que brinde una guía o camino hacia lo metodológico; esto con el propósito de acercarse a la realidad de estos dos fenómenos sumamente complejos y de impacto en la sociedad hondureña. Es de señalar que las desigualdades, tanto dentro como fuera del país, han sido observadas desde un enfoque unidimensional, o sea con una mirada especialmente desde el punto de vista económico, centrándose específicamente en la medición del ingreso. Sin embargo, existe cierto consenso académico, principalmente a nivel de América Latina, de adentrarse en la faena conceptual vinculada al origen y las perpetuaciones de las desigualdades. De este modo, partiendo de una genealogía desde la perspectiva de las ciencias sociales, se puede asegurar que la desigualdad es multidimensional, en lo cual el estudio de la misma debe de extenderse hacia otras variables más allá de la del ingreso, o sea visionar una desigualdad no monetaria, en la que se incluya dimensiones relacionantes como el desarrollo humano sostenible, el género, grupos poblacionales específicos, derechos humanos, prestaciones sociales y de justicia, entre otras. El carácter multidimensional de las desigualdades, incurre en un desafío epistémico en medir, caracterizar y explicar con profundidad; al mismo tiempo, establecer los procesos y agentes que producen y reproducen los diferentes tipos de desigualdades, que dinamizan los procesos migratorios en el país. El reto es implantar un vínculo directo entre lo teórico, metodológico y empírico de las desigualdades con los procesos migratorios, esto debe de conllevar a la tarea de proveer criterios y posibilidades analíticas a las instituciones encargadas de crear políticas públicas, para incidir en problemáticas tan complejas como las desigualdades y las migraciones.