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¿Qué es la nueva evangelización?

Oímos hablar mucho de la nueva evangelización y con frecuencia surge la pregunta ¿qué se quiere decir con “nueva evangelización? ¿Dónde está la “novedad” de la nueva evangelización?

La evangelización es la misión esencial de la Iglesia Católica universal, es su vocación y su identidad. La Iglesia existe para evangelizar, esto es, para llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad. Durante varios siglos, la misión de evangelizar ha estado a cargo de las congregaciones y órdenes religiosas.

Contrario a lo que pudiera pensarse, la nueva evangelización no consiste en anunciar un “mensaje nuevo” distinto al de siempre porque “Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos” (Hb. 13:8). No significa que la anterior haya sido inválida, infructuosa o de poca duración, como tampoco, significa que es una reevangelización. Ella busca dar una respuesta adecuada a los signos de los tiempos presentes y a las necesidades de los hombres y de los pueblos de hoy día. Es una actitud, un estilo audaz, es la capacidad de parte del cristiano de saber leer y descifrar los nuevos escenarios que en estas últimas décadas han surgido dentro de la historia humana, para habitarlos y transformarlos en lugares de testimonio y de anuncio del Evangelio.

¿De dónde surge tal expresión? Surgió del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) aunque la expresión como tal no aparece textualmente en los documentos conciliares. Luego, el papa San Pablo VI (1974) convocó el Sínodo de los Obispos sobre “La evangelización del mundo contemporáneo”, cuyas conclusiones se sintetizan en la “Exhortación apostólica el anuncio del evangelio hoy” - Evangelii Nuntiandi (1975), documento considerado la “Carta Magna de la evangelización”, el cual indica los fundamentos de la evangelización y define su valor y dimensiones. Además, plantea los elementos prácticos y organizativos del proceso de evangelización.

La Iglesia Católica de América Latina acogió con ahínco las directrices emanadas del Concilio Vaticano II y de la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, adaptándolas con creatividad al medio religioso-cultural propio de la región latinoamericana a través de las Conferencias Episcopales de Medellín (1968); Puebla (1979); Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007). La Conferencia de Medellín configuró un modelo pastoral evangelizador para pasar de una pastoral de conservación (de cristiandad), con énfasis en la sacramentalización, a una pastoral transformadora (de poscristiandad), con énfasis en la evangelización. La IV Conferencia de Santo Domingo “perfiló las líneas fundamentales de un nuevo impulso evangelizador” trazando una nueva estrategia evangelizadora y delineando un plan global de evangelización.

¿Quién fue el ideólogo de la Nueva Evangelización?

El pontificado de San Juan Pablo II (1978-2005) se caracterizó por ser el “leitmotiv de la nueva evangelización” concebida por él, como “Nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión”, asumiéndola primero para América Latina y luego para la Iglesia universal. San Juan Pablo II fijó “una idea motriz que impulsa la necesidad de acometer con valentía y creatividad una evangelización nueva, no convencional, no rutinaria, que permitiera que el mensaje de Jesucristo llegara a personas y sectores que no están siendo suficiente y eficazmente considerados”.

La expresión nueva evangelización fue citada por primera vez, en su viaje a Haití, (1983). Durante su largo pontificado (26 años y 4 meses) la nueva evangelización fue uno de los ejes transversales de su magisterio impulsándola con mayor dinamismo en la Iglesia de América Latina, tal como se puede apreciar en las conferencias episcopales de Puebla (1979) cuyo tema fue “La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”; Santo Domingo (1992) cuyo tema fue “Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana”, asambleas eclesiales inauguradas por el propio pontífice. Los obispos latinoamericanos reunidos en la Conferencia de Aparecida (2007) propusieron generar un gran “despertar misionero, en forma de una misión continental” que busca poner a la Iglesia en estado permanente de misión. Sus conclusiones más que una letra, son “un esp?ritu, una nueva mentalidad, un compromiso fuerte y decidido, y un impulso ardoroso a la nueva evangelización”.

El papa emérito Benedicto XVI (2005-2013), junto con darle un fuerte impulso al propósito de la Iglesia de América Latina de poner a todas las comunidades eclesiales en estado de misión permanente, instituyó el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (2010) y convocó el Sínodo de los Obispos sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana” (2012). El papa Francisco (2013) en su primera Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (“La alegría del Evangelio”) sobre el “Anuncio del Evangelio en el mundo actual” (2013) propone algunas líneas que puedan alentar y orientar en toda la Iglesia una “nueva etapa evangelizadora” caracterizada por una Iglesia extrovertida: una Iglesia en salida, una Iglesia misionera y samaritana, una Iglesia siempre en diálogo y siempre en busca de todos los hombres y mujeres.

Como corolario, los fieles laicos debemos tener muy presente nuestro deber en promover un especial protagonismo particularmente de los jóvenes, en la misión evangelizadora que lidera nuestra Iglesia, pero de ninguna manera nos podemos sentir al margen, como si la responsabilidad de evangelizar recayera sólo en los religiosos. Es evidente, que los laicos debemos asumir nuestra responsabilidad de evangelizar dentro de las circunstancias personales de cada uno.