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El Edén es una biblioteca

Qué tal si relato que en Honduras acaba de inaugurarse una biblioteca municipal que cuenta con casi cinco mil libros, quince computadoras con textos digitales, servicio de internet, mobiliario amable y un diseño arquitectónico atractivo, y que fue edificada por una inteligente comuna municipal y por un organismo cooperante nominado Plan Internacional, los que invirtieron en dicho establecimiento cinco millones de Lempiras ~~Lempira con mayúscula por venir de nombre de persona~~, comprendiendo edificio más dotación mobiliaria, bibliográfica y tecnológica. Y que esa biblioteca es universalmente pública, sin prejuicios, para ciudadanos niños y adultos, escolares y campesinos, situada en Lepaera (Lempira) y a la que bautizaron con el título de un bello personaje de nuestra infancia, Conejo Azul (Blue Lupin), despertador de imaginación.

Es sueño, luce como sueño, se concretó el sueño, jamás creí hallar en Honduras modelo tan hermoso de paraíso, como afirmaba Borges, para quien ese espacio celestial debía ser la gloria bibliotecaria, no de otra forma podría entenderse el intenso placer de esa dinámica espiritual que es leer.

El inmueble fue en Lepaera diseñado con amplia luz natural y muebles ergonómicos para adultos e infantes; los nítidos y nuevos libros causan envidia, cual repetición de algún cielo no importa con que dios ~~hebreo, cristiano, islámico, indú, bushido, maya~~, ideado por Belinda Portillo, directora de Plan, y su equipo productor, con Edgardo Cruz y Salvador Madrid a la cabeza creadora. Si hay alcaldes constructivos en el país deben marchar ya, inmediatamente, a ver y admirar esta gracia terrena, alzada con abundantes dosis de esperanza en la segunda patria más pobre del continente, desigual e inequitativa, donde la cultura fue aventada por el sistema neoliberal al olvido y al fomento de la ignorancia. E ignorancia, sabemos, equivale a superstición, particularmente religiosa.

Hasta ahora Plan Internacional ha fundado, con recursos de Inglaterra y Canadá, 23 bibliotecas escolares y dos municipales en Gracias, Lepaera, San Manuel de Colohete, San Marcos de Caiquín, La Campa, Las Flores, Talgua, la Iguala, La Unión y San Rafael.

Bibliotecas a las que acompañan y sustentan talleres de teatro, pintura, redacción, mimo clown, cuentacuentos, cine infantil, fotografía, dibujo, estímulos a la lectura y otras artes con que hábiles maestros inducen en los principios de la cultura y la democracia a millares de niños, quienes aunque partan en las caravanas de la desesperación sociocultural y política de Honduras jamás serán otra vez los mismos, pues sobre sus delicadas neuronas de esponja vital se depositó ya en estas bibliotecas, de alguna forma, el germen de la pasión por la libertad física e intelectual, o sea la de no pertenecer jamás a las huestes del vicio, de la sujeción alienante y la corrupción. Gentes que leen son gentes que saben volar.

La biblioteca de Lepaera es, involuntariamente, larga bofetada al bipartidismo que nos gobierna desde hace más de cien años y que prefirió concentrar sus dedicaciones y energías a ser lacayo y esclavo de otros poderes que a desarrollar el país. Si en doce décadas hubieran sembrado mil similares bibliotecas a lo ancho de la nación no hubiera hoy tanta violencia, injusticia, pobreza, miseria y desigualdad pues la gente hubiera aprendido desde la poza transparente de los libros a emanciparse, liberarse, desnudarse de prejuicios y creencias falsas y, sobre todo, a hermanarse y superarse en sociedad. Enmendando a Borges, entonces, la tierra igual puede ser un paraíso de bibliotecas.