Columnistas

Si hay coyotes en la actual caravana de migrantes, que se castiguen. Quienes busquen lucro del sufrimiento de migrantes, deben descubrirse.

Es de esperarse en una nación de leyes: que no exista impunidad. El tráfico de personas no debe ser indiferente a los titulares de las instituciones operadoras de justicia, como hasta ahora.

Y ahora, tal lo que resulta últimamente, porque el Presidente de los Estados Unidos de América, se los exige. Lógico: es un presidente comprometido con el bienestar de su país. ¿Y tendrá razón o no? ¿No es lo que se espera de un Presidente? Aquí ya se nos olvidó cómo será eso. Qué hubiera sucedido con la “corrompida” de Hillary Clinton o con el “bélico” Obama, receptor sin escrúpulos del Nobel de la Paz. Resultaron grandes farsantes. ¿Sí o no? Y hasta nos arrancaban lágrimas de emoción. Pero aprendemos. Todo enseña. De repente que si aquél no se opusiera al ingreso, el mismo gobierno catracho sería el organizador de las caravanas. ¡Exportación con la que aumentar las remesas, pues!

¿Qué tal que semejante esfuerzo en convencer a los integrantes de la caravana a que regresen para no molestar al Tío Sam lo hicieran periódicamente? ¿Todo el gobierno, las bonitas incluidas, trabajando en crear oportunidades a los excluidos? Otro absurdo, ¿les ofrecen todo a los que creen nuevas empresas y a los que ya las mantienen a pesar de todo? Esta caravana supone una logística completa, bien planeada, organizada y ejecutada. Quienes se aprovechan de estos pobres compatriotas, que sean castigados.

Pero sin pretender ocultar que no los han llevado amarrados ni del pescuezo: los han llevado empujados, no los coyotes, sino la miseria y la desesperanza. Los principales culpables son otros. ¿Cómo darles el castigo que merecen? Más angustia al esperar el momento en que lleguen a la frontera entre México y la USA y se enfrenten a los 15 mil efectivos militares “gringos” que defienden su país de la “invasión”. Acabamos de aprender que las balas de goma sí matan.