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Educación en principios y valores

En un suplemento semanal de uno de los periódicos nacionales se publicó una entrevista a la maestra distinguida con la Orden Dionisio de Herrera como Maestra del año 2018, y dentro de sus declaraciones es digno resaltar algunos aspectos interesantes. Indica que antes, y aún en la actualidad, los maestros tienen que poner de su bolsa para comprar material didáctico; que le gusta enseñar y que la labor del maestro es loable porque ellos forman a los hombres y mujeres del mañana; que los tiempos han cambiado y especialmente el alumno; que los padres de familia se han vuelto permisivos y dejan todo el trabajo al maestro, quien tiene que nadar contra la corriente. Reconoce que, como en toda colectividad, hay maestros irresponsables y que siente que la labor docente se ha desprestigiado, ya que antes el profesor era el líder de la comunidad y el referente. Considera que se ha perdido el respeto al maestro, desde los alumnos hasta la misma sociedad y que los padres de ahora son muy jóvenes y no tienen mucha conciencia de su papel. También expresa que es necesario obligar al padre de familia a que cumpla su verdadero rol en la educación de sus hijos, ya que no los controlan y no los supervisan. Por coincidencia, en el mismo suplemento se publica un artículo con remembranzas de antaño y se presentan opiniones de algunas personas, quienes expresan que la violencia e inseguridad en que vivimos hoy les ha quitado la libertad, la de sus hijos y nietos; que el clima de inseguridad reinante ha impedido que nuestra niñez y juventud se divierta sanamente en espacios abiertos como lo hacía un ayer. Posiblemente estas opiniones sean compartidas por una gran parte de la población hondureña.

Lo expresado anteriormente tiene mucho que ver con la situación que estamos viviendo en nuestro país, donde vemos muchos jóvenes desorientados que se unen a pandillas, que su única aspiración es migrar hacia otro país, barrios y colonias en poder de maras, pequeños negocios sujetos a extorsión, adolescentes embarazadas, jóvenes que ni estudian ni trabajan, hogares donde ambos padres tienen que trabajar y, por lo tanto, no pueden darle el cuidado necesario a sus hijos, y una falta de educación integral, que debería comenzar en el hogar impartida por los padres mediante la educación en valores y luego complementada por los maestros en las aulas de clases.

La educación en valores tiene un alcance muy amplio y complejo, que requiere la participación tanto de los maestros pero, muy especialmente, de los padres y también de la sociedad en general. Educar en valores significa ampliar la cobertura de la educación de manera que no se limite a la enseñanza y el aprendizaje de materias y habilidades, sino que se extienda hacia aspectos como el ámbito moral, el civismo y la interacción, con el objetivo final de formar ciudadanos responsables que sean capaces de asumir los nuevos retos y participar en la construcción de un mundo mucho más justo, inclusivo y equitativo, con preservación del medio ambiente.

La educación en valores incorpora normas éticas y morales como parte del aprendizaje normal de las personas y que luego sirven para guiar su comportamiento dentro de la sociedad. Estas normas se convierten en parte de los hábitos cotidianos para una convivencia armónica, orientada en principios y valores humanos, fortaleciendo el respeto hacia las otras personas y el cumplimiento de la ley. Este tipo de educación enseña a los jóvenes las reglas necesarias para aprender a relacionarse con otras personas y convivir en sociedad. Además de los retos que tienen los países para crear las condiciones que permitan un crecimiento económico sostenido y equitativo, que genere oportunidades y empleos, también se tiene el enorme reto de preparar a los jóvenes para que puedan convivir en sociedad e insertarse en un entorno incierto en donde los avances en la inteligencia artificial, la robótica y en general, la tecnología, están haciendo desaparecer los empleos tradicionales. A esto sumémosle la urgente necesidad de preservar el medio ambiente, lo que hace necesario contar con la participación de todos los ciudadanos, actuando como personas responsables y que efectivamente contribuyan en estos esfuerzos. La educación en valores se vuelve imprescindible y requiere de acción inmediata.