Columnistas

Jerusalén y los cristales rotos

Tegucigalpa, Honduras
No estoy seguro si esa idea de trasladar la Embajada de Honduras en Israel a Jerusalén –ya sea por complacer a Donald Trump o por estrategia nacional- sea una buena idea. O una prudente decisión de cara a la comunidad árabe.

Pero, de lo que sí estoy seguro es de que Israel tiene muchísimos enemigos –unos gratuitos y otros comprados- y que esos adversarios le harán la guerra, como se la han hecho a lo largo de los siglos, ya sea por Jerusalén, por la creación del Estado hebreo, por el Muro de los Lamentos, por la riqueza y el poder que representan muchos judíos en diversos países a través de grandes corporaciones o multinacionales, o por razones eminentemente religiosas. Siempre habrá una excusa o “razón” para noches de “cristales rotos”, para una “solución final”, para un Auschwitz. A pesar de que los judíos se constituyeron como Estado hace apenas 70 años, a lo largo de los siglos han logrado sobrevivir a persas, egipcios, babilonios, romanos, griegos, otomanos, nazis, soviéticos y, últimamente, a sus vecinos árabes que les han echado la vaca en varias ocasiones, la primera en 1948.

No por nada Netanyahu sentenció en una ocasión: “Si los árabes deponen las armas, desaparece el conflicto; si los judíos deponen las armas, desaparece Israel”.

Los pretextos para combatir al Estado hebreo han mutado a través del tiempo. Hoy, el principal es ser aliado o protegido de Estados Unidos. Atacar a Israel es atacar a Estados Unidos y estar del lado de Israel es estar del lado del imperio.

Y no están del todo equivocados. Hoy, países como Honduras reciben fuertes presiones de la administración Trump para que traslade su embajada a Jerusalén. Guatemala ya lo hizo esta semana y todo indica que Paraguay y Rumania seguirán la estrella de Trump hacia la ciudad sagrada.

La Cancillería hondureña deberá tomar una decisión más temprano que tarde, pero la debe adoptar afianzada en nuestros intereses como nación, y no de Estados Unidos.

Israel tampoco debería imponer una capital masacrando a ningún pueblo. Que no le haga a nadie lo que a ellos les han hecho por los siglos de los siglos.