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Pobreza e inequidad = violencia

Demagogo es el que espera que la violencia ceda sin exterminar la pobreza, pues entre ambos componentes ocurren intricados vínculos de causalidad… Como iluso es quien piensa que atiborrando con policías y soldados al ámbito se detiene al terrible y longevo daño de la explotación humana laboral, la de quienes le extraen al trabajador su plusvalía y se enriquecen con ella sin darle oportunidad a desarrollarse. El mejor sistema de progreso humano es el que permite a todos ascender a lo mejor, no hundir a unos para que floten otros, como practica el neoliberalismo de hoy.

Y no es que en naciones avanzadas no se viole o asesine –Londres ya casi alcanza a Nueva York en estadística criminal– sino que en esas el factor psicológico tiene usualmente más peso que el material (casos de psicología y psiquiatría), al reverso de los nuestros, donde el hambre empuja a la desesperación y esta a la angustia y ambas al víscero impulso de matar.

De la misma manera en que la televisión no incita a la violencia pero la refuerza en quienes ya la tienen dentro, la pobreza y la miseria procrean –generan, modelan, gestan– conductas que van desde lo incómodo y lo irascible a lo insufrible, insostenible y demandante de acción (dañar al supuesto causante, robarle, matarlo con interna justificación ideológica: “me causa dolor”), que si al inicio histórico acontece en individuos, conforme pasa el tiempo y no hay solución se transforma en práctica de masas.

De pronto ya no es solo crimen organizado sino popularización del crimen, al que sus actores no consideran como tal sino (subconscientemente) como venganza social justificada. Es falso que a la historia la escriba el triunfador, eso es sólo temporalmente. Al fin del tiempo redactan los folios de la culpa los perdedores.

Papa Francisco ha acuñado la frase del TTT: “para que haya justicia se ocupan tierra, trabajo y techo”, ya que nadie alcanza dignidad sin contar con los tres, que son derechos humanos. De acuerdo con FAO, la horrorosa figura que el orbe registra actualmente es de 815 millones de gentes afectadas por hambre, lo que contrasta con el 6% de quienes poseen 70 veces más que los desamparados.

Lo que en palabras comunes implica que mientras usted gana con suerte US$ 1,800.00 anuales (unos L 40,000.00), otros vuelcan a sus cuentas un millón trescientos mil US$ en similar plazo (L 30 millones). ONU sentencia que esto “se trata de un flagelo y un crimen que sufren pueblos sometidos a pobreza y la marginalidad”.

Foto: El Heraldo

Lula de Brasil, a quien el sistema procura aplastar y negar el retorno a la presidencia, y quien siempre benefició a la empresa privada, probó que si se sigue sistemas estatales adecuados se reduce la miseria.

Dice ONU que los programas Hambre Cero y Bolsa Familia sacaron de la pobreza extrema a 30 millones de personas, convirtiendo a Brasil en modelo exitoso mundialmente reconocido por FAO, PNUD y Banco Mundial. El porcentaje de gentes que vivían con menos de US$ 3.10 al día cayó de 11% en 2003 a cerca del 4% en 2012. Redujo la tasa de desempleo (cercana al 50%) y creó 15 millones de nuevos puestos de trabajo. ¿Luce esto como Vida Feliz…?

Síntesis del asunto es que es inútil volver fascista a la sociedad (ocuparla con soldados, fusiles y lacrimógenas) en vez de promover en ella la democrática. El Estado se hace opresor y represor a lomos del pueblo cuando no hay consulta e impone el privilegio de una oligarquía atrasada como la actual nuestra, la que gesta más bien inequidad económica, cultural y social. Solo habrá fin de la violencia cuando acabe la violencia de la desigualdad.