Columnistas

No sé si la nueva ley de ciberseguridad o de control del odio y discriminación en las redes sociales funcionará, si tendrá verdadera efectividad o, como muchas leyes, se quedará como “papel mojado”, espero que eso no ocurra. Lo que sí sé es que el tema captó la atención de miles de hondureños y nos hizo debatir y reflexionar sobre los excesos y amenazas que se viven en el mundo virtual y eso ya es ganancia.

Vivo en carne propia los ataques, despiadados y de odio enfermizo, que me dedican algunos miembros de la Alianza de Oposición, simplemente porque no estoy de acuerdo con sus planteamientos populistas y por la anarquía y vandalismo que en algunos momentos promueven en el país. En una sociedad tolerante el pensamiento contrario se respeta y las críticas se responden con argumentos, no amenazando o intimidando.

La oposición más fuerte a esta iniciativa legal proviene de la Alianza, aducen que se quiere limitar la libertad de expresión en las redes sociales, sin embargo, en ningún momento los legisladores han expresado, ni en forma verbal ni por escrito, alguna intención en ese sentido, por lo tanto mienten.

En las reuniones de socialización del proyecto ha quedado claro que el objetivo es controlar los excesos, los ataques despiadados al honor y a la honra que todos tenemos. Algunos de los que se oponen es porque no quieren parar esas prácticas enfermas de odio virtual.

En algunos reportajes de la prensa nacional se ha denunciado las barbaridades o delitos que se cometen a diario en el mundo virtual hondureño, que van desde extorsiones, estafas, acoso sexual, falsificación de perfiles, hasta citas que terminan en asesinatos.

¿Será malo intentar controlar eso? Sinceramente no creo.

No obstante a lo que se llegue en este asunto, la discusión pública que se ha gestado, ha traído a la mesa de debate lo bajo que ha caído una parte de la sociedad hondureña, que mal utiliza las redes sociales, espacio donde dan rienda suelta a sus más bajos y primitivos instintos. Provoca tristeza y pesar ver la materia prima de la que están hechos muchos ciudadanos, ilustrados y no ilustrados.