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La noble vocación de maestro

Ha finalizado el período académico correspondiente al año escolar 2017 y pronto iniciará el año lectivo 2018. Maestros y estudiantes que han cumplido con su deber de interactuar con esmero en el proceso enseñanza-aprendizaje merecen el reconocimiento de la comunidad nacional por su contribución en el proceso de desarrollo del país.

El maestro es un constructor de conocimiento mediando en el encuentro con el alumno no solo para transmitir información y compartir experiencias, sino también como organizador y guía de la actividad constructiva.

Es el maestro y estudiante el binomio perfecto en el complejo proceso educativo que influye de manera significativa en el comportamiento humano.

La educación implica significados y siempre es factor de humanización en el que interviene elementos que están estrechamente interconectados en la responsabilidad de transmitir conocimiento, facilitando y guiando al estudiante para que construya su aprendizaje.

En este proceso de aprendizaje desde luego media la pluralidad epistemológica porque el contexto sociocultural no será comprendido y bien asimilado desde una sola disciplina, lo cual implica la multidisciplinariedad que permite la vinculación entre las distintas áreas del saber humano.

Esta necesaria pluralidad la aportan principalmente la enseñanza de la psicología, la pedagogía, la filosofía y otras ciencias ideográficas expuestas a situaciones cambiantes.

Desde esta pluralidad y diversas perspectivas pedagógicas, el docente se constituye en un actor protagónico en el proceso educativo y es a quien se le ha delegado la función no solo de transmitir el conocimiento, sino sobre todo la de ser un guía, orientador y animador en el proceso enseñanza-aprendizaje, para moldear como la arcilla en las manos del alfarero a los educandos, que en un futuro cercano han de ser los principales protagonistas en la constitución de sociedades fuertes para un país fuerte.

Esta noble responsabilidad amerita que desde este espacio les enviemos un merecido reconocimiento de gratitud porque la sociedad toda experimenta la vivencia social que penetra al ser humano como efecto de la educación concretada en el acto docente.

Ser maestro no es solo ponerse frente a un grupo de educandos y “atiborrarlos” de un cúmulo de información ¡no! Ser maestro implica comprender la multidimensionalidad del individuo como sujeto psicobiosocial, que ríe, que llora, que se alegra o entristece y que tiene capacidad de amar.

Que forma parte de un contexto social y un entorno que le permite relacionarse con los demás como seres de relaciones que somos… Y según el tipo de relaciones que establezca puede crecer como persona o denigrarse como tal.

En todo esto el maestro desempeña un papel fundamental para orientar pautas de comportamiento en la construcción de países fuertes, sobre la base de principios y valores que permiten vivir en armonía y mutuo respeto con todos, conscientes de que cada uno es único e irrepetible.

También el maestro ha de comprender el modo de funcionar del sistema educativo para hacer planteamientos encaminados a impulsar una educación de calidad y pertinente.

Educación no para frenar los cambios, sino para impulsarlos a fin de superar todo tipo de distorsiones que degeneran en crisis, sobre todo la crisis de ideas como expresión de la crisis de valores.

El maestro ha de estar dotado de todos aquellos elementos teóricos y prácticos que le permitan cuestionar, reflexionar y analizar críticamente la realidad educativa para transformarla.

El maestro como sujeto activo e impulsor de procesos humanos que humanizan y socializan, también está llamado a prepararse continuamente para adquirir cultura científica que lo encamine permanentemente a relacionarse de manera significativa con los saberes y distintas corrientes de pensamiento.

En hora buena para los maestros por el deber cumplido. ¡Felices vacaciones! La historia los premiará.