Columnistas

El desgaste de la democracia

Una sociedad no es democrática porque haya elecciones, aunque sin elecciones la democracia está vaciada de contenido.

Uno de los problemas que tiene actualmente la sociedad es que la base de la democracia se ha reducido a una serie de procesos eleccionarios que dan obligaciones pero no dan derechos. Si en el pasado lejano la democracia tenía sentido era porque cuando al representante se le otorgaban facultades para la delegación del mandato, el mandato mismo se unía al interés de la población y el elector se sentía representado.

Lo anterior es más evidente en el caso de la elección de los diputados, cuyos privilegios están por encima de las capacidades de un Estado empobrecido como el nuestro y la calidad del trabajo que realizan en el Congreso Nacional es bastante deficitaria.

Igual puede decirse de las personas que acceden a la primera magistratura de la nación; un candidato apenas tiene que asumir el odio al statu quo, sin que obligatoriamente presente una nueva propuesta racional que rompa con los privilegios de los grupos poderosos.

La gestión de la representación de alguna manera ha sido influida por las políticas neoliberales, estas políticas han minimizado el papel del Estado como mediador entre los intereses de la población en general y los grupos de poder, los diputados, en una sociedad como la nuestra se convierten en estabilizadores del sistema y de un modelo de acumulación excluyente.

Cada vez que hay unos procesos electorales, sus promotores hablan del fortalecimiento de la democracia, como si votar implica elegir y tener derecho a ser electo. En nuestro caso, la Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas desde que se aprobó le han hecho una serie de reformas y cuanto más cambios le hacen más ineficiente se vuelve la representación.

El problema de las democracias en nuestros días no tiene tanto que ver como aspectos jurídicos, es más bien un problema que está relacionado con un modelo económico fracasado, el neoliberalismo y un modelo que se agotó, el Estado asistencialista; sin que surgiera una propuesta clara que dé respuesta a los grandes problemas que tiene el país.

Al final, la democracia se ve minimizada por los charlatanes de la política, uno vota en las elecciones internas por un candidato o candidata y estos son sustituidos por los amigos de los jefes del partido y en las elecciones generales salen promoviéndose candidatos que nunca han participado en procesos de elección para aspirar a cargos definitivos.

Los vicios en la vida interna de las organizaciones partidarias son incontables, no hay lo que se llama vida de partido, los partidos políticos son maquinarias electorales que funcionan el día de las elecciones, el resto del tiempo son clubes de amigos que sirven para la adulación y el servilismo.

Lo que está ocurriendo en el país, en estos días con el proceso electoral, en vez de contribuir al desarrollo de la democracia, más bien contribuirá a un mayor debilitamiento de los espacios participativos, a menos que se imponga el diálogo y la búsqueda de acuerdos interpartidarios.