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Los cuatro jinetes apocalípticos (4)

La Pastoral Social/Caritas al emitir su comunicado (junio 2017) sobre cuatro desafíos calificados de jinetes apocalípticos, expresó que se estaba a tiempo de “…enderezar el rumbo de este proceso (electoral)…si contamos con voluntad política, conciencia ciudadana y estatura de dirigentes.” Las indicaciones no fueron adoptadas por la clase política y más bien se siguió con lo mismo, por lo cual no se logra “recuperar el sistema democrático…, dignificar el quehacer político, recuperar la confianza de la sociedad, teniendo una postura más abierta a la realidad social, escuchar más a la sociedad y poner al país por encima de los intereses partidarios. De no hacer estos cambios, sin duda, la ingobernabilidad dominará el panorama social en los próximos años en el país”, sentenció la Pastoral.

Acorde se identifica el cuarto jinete “la sombra de una reelección”, advirtiendo a la sociedad hondureña: “Este año cargaremos con un nuevo peso, la oscuridad en el proceso por introducir la figura de la reelección, imagen que todavía no ha sido aceptada por un porcentaje alto de la población; pero además la utilización de la gestión gubernamental como espacio de campaña política.” Sobre la reelección se han emitido múltiples opiniones según las conveniencias de quiénes o qué organizaciones las emiten, pero lo que no se puede desconocer es su ilegalidad por la violación irrefutable a la Constitución, sobre lo segundo, basta ver las ventajas que los reeleccionistas tienen en el desarrollo de su campaña respecto a la de sus oponentes, sin que ninguna institución oficial intervenga para hacer correctivos que ameritan conforme ley.

El comunicado enfatiza: “Para una gran mayoría: poder, estructura, dinero y organización son instrumentos que difícilmente pueden ser derrotados, pero también se convierten en herramientas para cuestionar cualquier tipo de resultados.” Y eso está ocurriendo, cuando organizaciones aglutinadas en la Convergencia contra el Continuismo, han solicitado declarar nula la inscripción del presidente del país como candidato presidencial, aduciendo violentar normas constitucionales y ser un acto delictivo de carácter perdurable, señalándose que de no enmendarse, habrá una nueva ruptura del orden constitucional. Si existiera esa llamada “voluntad política”, ya se hubiera dilucidado la problemática, pero la obstinación obnubila y determina, al grado de facilitar la advertencia de Caritas sobre la ingobernabilidad.

La posición de la institución católica queda plenamente planteada y está en consonancia con el mandato para la cual fue creada -como el brazo social de la Iglesia- por eso asevera que hace siete años apostamos “…por una transición a la democracia menos formal y más real, y sin embargo caminamos rápidamente hacia la precarización de la democracia…en unas elecciones que (se) consideran…arregladas”. Este decaimiento del sistema institucional e incertidumbre del proceso electoral es una realidad social como derivación de no escuchar a la sociedad, pero aún hay tiempo de rectificar, palabra tan difícil en nuestro ambiente político.

El hecho que la mayoría poblacional esté en contra de la reelección y de quienes la promueven no es un acto antojadizo, sino una actitud ciudadana normal y responsable ante la manera ilegal como se desea imponer, actividad que empezó a hacerse evidente con la destitución y posterior nombramiento ilícito de los magistrados de la Sala de lo Constitucional en el 2012, desembocando cuando en marzo 2015 la Corte Suprema de Justicia “aprueba” la reelección, previo a que se rechazara realizar una consulta popular para que el pueblo decidiera sobre el asunto.

Así estamos en nuestra Honduras; sin embargo, siendo que hay que ejercer el derecho a votar y a la vez ejecutarlo como deber, es necesaria la participación ciudadana masiva y comprometida para elegir un gobierno que respete -entre otros- la constitucionalidad y la descentralización de decisiones, factores esenciales en una democracia.

Excatedrático universitario