Me encontraba durmiendo tranquilamente en marzo del año pasado cuando de repente como a eso de las 3:00 de la madrugada sentí como un baño tibio fue derramado sobre mi cuerpo específicamente en la pierna izquierda. Inmediatamente sentí paz, una protección divina, supe que se trataba de algún ser querido ya fallecido como mi madre, padre o quizás mi abuela, que me habían bañado con la sangre de Cristo para protegerme de esa amenaza que representa el covid-19.
Al día siguiente le comente a Carol lo que me había sucedido y le dije en su momento daré mi testimonio público de lo que me ocurrió esa madrugada. Y ese día es hoy. Existe mucho debate en relación a las vacunas para protegerse del coronavirus, ya hay muchos que se han vacunado porque cuentan con los recursos económicos para hacerlo o como mi hermana mayor Diana, y mis sobrinas y sobrino, que viven en los Estados Unidos pudieron ya hacerlo, por cierto con algunas pequeñas molestias posteriores.
Yo opino que la mejor vacuna es la sangre de Cristo, todos aquellos que ponen su fe en esa sangre serán salvados. La biblia dice: “Y según la ley, casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Hebreos 9:22). Sobre este tema también desde punto de vista científico, debemos entender que es un asunto en el que nuestra genética así como el tipo de sangre que tenemos determina el grado de “inmunidad” que podemos tener para esta enfermedad que sorprendió al mundo y que aún no se ha explicado a ciencia cierta su origen.
En lo personal, pienso que el coronavirus vino del espacio así como la gripe. Pero ya sea desde el punto de vista de la ciencia o de la teología, lo mejor es mantener el uso de la mascarilla y el distanciamiento social. Pero la fe en que la sangre de Cristo nos libra de todo mal es sin duda, para mí, la mejor vacuna.
Por último, quiero lamentar el fallecimiento del profesor José del Paz Herrera, a quien tuve la oportunidad de honrarle en vida mediante una videografía que produje para un canal internacional de televisión. QEPD nuestro héroe nacional de fútbol.
