Cartas al editor

El reflejo

Esa mañana el hermano de Gregorio, y algunos años después que le sucediera aquel episodio a su hermano, se levantó poco antes que saliera el sol, a pesar que muy poco había dormido la noche anterior.

Fue al baño empezó a cepillarse los dientes, y cuando levantó su rostro cabizbajo y miró su reflejo en el espejo, notó que su piel tenía un color diferente, tenía seis patas, dos antenas, y unas alas pegadas hacia atrás en su espalda, justamente se había convertido en aquel insecto que tanta fobia le producía de adolescente.

Y es que con la llegada de una enfermedad muy contagiosa, rara y para muchos mortal, hacía varios meses ya que había perdido su empleo, a su esposa e hijos les había tocado regresar a la casa de sus suegros, y él empezó a vivir en el sótano de la casa de sus padres. Compraba sus alimentos y pasaba allí todo el tiempo, porque decía que ya era suficiente carga vivir con sus padres de nuevo cuando ya hace muchos años había abandonado el hogar porque había logrado formar una hermosa familia.

Su esposa, apenas al mes que perdió su empleo y cuando el dinero no empezó ajustar más, hizo sus maletas y se fue, le dijo que ella no era capaz de vivir con un marido que no luchaba por su familia, pero aquella mujer ignoraba que vivían en una ciudad miserable, en donde el trabajo era escaso y que debido a esa enfermedad las cosas habían empeorado mucho a nivel mundial.

Prácticamente, el hermano de Gregorio se sentía desechado por la mujer que escogió para formar su familia.

Su madre trataba de no hacerlo sentir mal, pero sentía mucha lastima por él, su hermano que estaba en el extranjero le decía que se fuera a vivir con él, pero el trabajo rudo no es para todos, y aparte que no quería alejarse más de su familia, y su padre un militar retirado, lo miraba como una escoria a la que de nada le sirvió tener tantos estudios.

Todos esos pensamientos surgieron en el lapso que se cepillaba los dientes, al terminar, se quedó pegado detrás de la puerta. (Cuento)