Cartas al editor

El Universo estático y cambiante

Aristóteles creía que la Tierra era estacionaria y que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas se movían en órbitas circulares alrededor de ella. Creía eso porque estaba convencido, por razones místicas, de que la Tierra era el centro del universo y de que el movimiento circular era el más perfecto.

Pasó casi un siglo y la Tierra “permaneció” en el centro rodeada de ocho esferas que transportaban a la Luna, el Sol, las estrellas y los cinco planetas conocidos en aquel tiempo, Mercurio Venus, Marte Júpiter y Saturno. Los planetas se movían en círculos más pequeños engarzados en sus respectivas esferas para que así se pudiera explicar sus relativamente complicadas trayectorias celestes.

Esto fue adoptado por la Iglesia como la imagen del universo que estaba de acuerdo con las escrituras.

Pero en 1514 el cura polaco Nicolás Copérnico hizo circular una idea de forma anónima, quizás por miedo de ser tildado de hereje por su propia Iglesia. La idea era que el Sol estaba estacionario en el centro y que la Tierra y los planetas se movían en órbitas circulares a su alrededor.

En 1609 Galileo Galilei comenzó a observar el cielo nocturno con un telescopio que acababa de inventar.

Cuando miró al planeta Júpiter, Galileo encontró que este estaba acompañado por varios pequeños satélites o lunas que giraban a su alrededor. Esto implicaba que no todo tenía que girar directamente alrededor de la Tierra como Aristóteles y Ptolomeo habían supuesto.

Newton mismo llegó a decir que la idea de gravedad le vino cuando estaba sentado “en disposición contemplativa”, de la que “únicamente le distrajo la caída de la manzana”. Newton pasó luego a mostrar que de acuerdo con su ley, la gravedad es la causa que la Luna se mueva en una órbita elíptica (espiral) alrededor de la Tierra.

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