Cartas al editor

Es una “competencia” la que se tienen los noticieros en nuestro país para ver quién saca más muertos, para ver quién nos arruina el desayuno, el almuerzo y la cena. La nota roja es el plato fuerte de todos.

Hasta hace poco solo uno era el que se llevaba los “laureles” en este tema, un canal de la costa norte, luego surgió otro que literalmente le dijo “quitate” y, un tiempo después, acorralados, los medios tradicionales cayeron estrepitosamente en las preferencias del teleauditorio, pues tuvieron que caer en “el amarillismo desmedido”. ¿Quién va a desayunar tranquilo si lo primero que le sacan en la mañana son cadáveres? Lo mismo ocurre en el resto del día y para colmo ahora hasta hay un “clon” de otro canal que en lugar de venir a romper esquemas con creatividad y talento, literalmente le salió más cómodo hacerle de “carreta” del otro y copiar su “estilo”, y eso que el propietario estudió en una escuela privilegiada y en el extranjero, pero al final copió al que viene de cuna humilde y no tuvo las mismas oportunidades que él tuvo de joven.

Vemos día a día cómo los casos de suicidios se han disparado en el país y los medios se limitan únicamente a ver este fenómeno como noticia y no como un asunto sociológico que nos debe llamar la atención a todos, pues nos advierte que algo está mal en la sociedad. Consulten sobre la influencia de la nota roja en la mente de las personas con los expertos en la materia. Nuestros periodistas “estrellas” se limitan a hablar de lo mismo que se habla en el país desde que se sienta un presidente. ¿Quién será el próximo? Y mantienen la misma cantaleta durante cuatro años, son gente sin imaginación, no pueden salirse del charco en que fueron educados por la vieja guardia de periodistas que les transmitieron las mismas mañas y hábitos. El país y la sociedad reclama otro tipo de comunicadores sociales que tengan una mentalidad más versátil, que le den al público otro tipo de información que ahora, gracias a Dios, se tiene acceso en internet. Nuestros telenoticieros se volvieron contaminantes y deprimentes. Yo ya dejé de verlos, ¿y usted?