Cartas al editor

Voluntad de algodón

La culpa no es solo de ellos, como sociedad estamos fallando, el padre que no atenciona, el maestro que no tiene empatía, ellos, y el Estado que les arrebata sus oportunidades.

Dichosa la juventud, esa que en este año 2019 todavía no supera los 21 años de edad, esa que a los 15 años ya manejaba un teléfono celular, esa a la que sus padres se preocuparon porque siempre fueran a estudiar y nunca a trabajar, esa que quiere cambiar el mundo en las redes sociales, pero que no hace las tareas en el colegio, y que llega a la universidad queriendo culpar al profesor si reprueba la materia, esos jóvenes cuya bondad y nobleza es abundante, pero que aún no sueltan la mano de la inmadurez.

Honduras, un país donde la oportunidades de empleo cada vez son más escasas, donde sus jóvenes están atrapados en las redes sociales o los juegos en línea, donde el suicidio es un flagelo que va en aumento, y un mundo que en donde ellos se sienten incomprendidos, un mundo en donde quizás el deseo de superación se ve en peligro de extinción cuando en casa hay muchas necesidades, y la independencia toca a muy temprana edad su puerta.

Conozco muchos chicos llenos de sueños y con deseos de hacer grandes proyectos de vida, pero no sé si sea la misma vida, el destino, la falta de oportunidades, el sol que quiere alumbrar sus días, y les trunca sus sueños, muchos de ellos tienen el alma pura, pero suave y blanda la voluntad, muchos aún no abren los ojos, e ignoran que la vida y en el país en que estamos, difícilmente, les darán dos veces la oportunidad de estudiar con ciertas facilidades, los estudiantes, porque de ellos estoy hablando en esta ocasión, no conocen quiénes son los próceres que salen en los billetes de nuestra moneda ni de cuánto es la extensión territorial del país, y así… cosas básicas, pero los padres primero en casa deben enseñar valores para que uno pueda educar, y eso no lo digo yo, es complejo para un solo maestro entender el universo de más de 30 jóvenes en el mejor de los casos.