Cartas al editor

Reformas electorales, capricho o necesidad inevitable

Las llevadas y traídas reformas electorales son la manzana de la discordia entre los políticos de turno, porque para unos fortalece la participación de los hondureños en los procesos electorales, y para otros, es darle el tiro de gracia a los partidos no tradicionales y favorecer aún más el bipartidismo.

El epicentro de las reformas lo constituye la aprobación de los distritos electorales que vendrían a sustituir al sistema de cociente electoral que es como actualmente se elige a los diputados del Congreso Nacional.

Para algunos analistas, el panorama político y jurídico por recorrer está marcado por la incertidumbre, la falta de consenso, los arreglos políticos bajo la mesa e interpretaciones de variados matices que generan un ambiente de intensos cabildeos. Las reformas propuestas son varias, pero las más polémicas son las relacionadas con la forma de integración de los

delegados en las mesas electorales y la elección de los alcaldes en fecha distinta a la de presidente. Se suman a estas modificaciones a la Ley del Tribunal Supremo Electoral la depuración del censo electoral.

Otra de las reformas que están levantando polvo es la inclusión del voto de los militares, la disminución del número de diputados en la Cámara Legislativa y la derogación de los cocientes electorales por la nueva figura de los distritos electorales.

Todo este paquete de reformas se justifica en el entendido de que se fortalecerá el sistema electoral, para lo que también se propone que el TSE cuente con su propio presupuesto para no depender económicamente del poder ejecutivo.