Cartas al editor

El 10 de octubre se conmemoró el Día Mundial de la Salud Mental, definida por la OMS como un estado de bienestar emocional, psicológico y social.

Por lo general asumimos que si no somos bipolares, ni depresivos, ni esquizofrénicos o psicópatas, por mencionar algunas patologías, gozamos de salud mental. Esta simplificación no permite apreciar otros componentes que configuran nuestra salud mental y que afectan a quienes carecen de ellos y a quienes se encuentran a su alrededor.

Por ejemplo, la baja autoestima no es considerada una enfermedad mental, pero es una percepción negativa de la imagen propia que difícilmente veremos en personas con salud mental; es un factor común entre las víctimas de violencia doméstica, solo para mencionar un ejemplo.

Pero en el otro extremo del desconocimiento sobre este tema tan importante están quienes asumen algunos comportamientos como normales o particulares, ya sea en la casa, la escuela o el trabajo, cuando detrás de ellos hay un problema de salud mental que debe ser tratado.

Por ejemplo, el acoso escolar y el acoso sexual, dos males comunes en distintos entornos, suelen encubrir problemas de salud mental de quienes los cometen.

Lamentablemente, la mayoría de los hondureños logran a duras penas resolver sus dolencias físicas, no digamos aquellas propias de la intrincada mente, que a veces terminan afectando el cuerpo, lo que se conoce como una enfermedad psicosomática.

Sin embargo, si queremos una sociedad con bienestar, tenemos que pensar también en la salud mental.

Aimée Cárcamo

Periodista