Opinión

Crítica y agobiante realidad

La compleja y múltiple crisis que golpea al pueblo hondureño, lejos de ceder, va profundizándose con el correr de los días, agravando una realidad de suyo alarmante.

Se ha incrementado la pobreza y la indigencia, no obstante que en la última década se han invertido más de L 1,800 millones por parte del Estado y organismos internacionales a fin de disminuirlas.

Por su parte, los acreedores bilaterales y multilaterales condonaron $4,800 millones de la deuda externa acumulada a fin de financiar la

Estrategia de Reducción de la Pobreza, calificando a Honduras de País Pobre Altamente Endeudado, sin que los resultados lograran aliviar la penuria en que están sumidos más de dos tercios del total poblacional.

Así, la pobreza durante 2012 incluyó al 66% de nuestros compatriotas, cinco puntos más que en 2011, tal como lo confirman cifras hechas públicas por el Instituto Nacional de Estadísticas y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

La Secretaría del Trabajo, mediante su Observatorio del Mercado Laboral, da cuenta que de un total de 3,4000,000 personas que constituyen la población económicamente activa, 1,800,000 se encuentran sin empleo, en tanto el crecimiento económico se redujo de un 3.6% estimado por el actual gobierno a 3.3%.

12,000,000 de hogares viven en pobreza y 835,000 en situación de extrema pobreza, o, lo que es lo mismo, 4,400,000 hondureños (as) subsisten en pobreza y 3,700,000 en miseria extrema, siempre de acuerdo con el INE.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en su último Informe para Honduras, confirma la creciente desigualdad social y económica que ha concentrado un porcentaje significativo de la riqueza y las oportunidades en pocas manos, y debilitando en el proceso la capacidad adquisitiva de los sectores populares y medios.

La intolerable deuda interna asciende a más de L 56,000 millones, con elevadas tasas de interés de hasta el 15%, en tanto el hecho de no haber podido alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional ha cerrado las fuentes de financiamiento con los organismos internacionales de crédito, teniendo que recurrir a los mercados internacionales de financiamiento colocando los llamados “bonos soberanos”, en condiciones onerosas para la economía y la capacidad real de endeudamiento del Estado.

Así, distintos factores, incluyendo la ineptitud, la displicencia y la corrupción en la administración pública, se combinan para ahondar hasta extremos peligrosos una coyuntura insoportable para la salud colectiva e individual de todos y cada uno de las y los hondureños.