Pese a que el gobierno estadounidense autorizó a su televisora dedicada a Cuba, TV Martí, la transmisión del debate presidencial entre Barack Obama y el candidato republicano Mitt Romney, las expectativas de sus directivos no se cumplieron.
'No se ve televisión Martí, aquí. Eso es absurdo', dijo a la AP Leonardo Puentes, de 36 años y empleado de una empresa, al ser consultado si había visto el programa especial anunciado por la emisora.
Ni la programación de TV Martí, ni la de Radio Martí entran en Cuba debido a que las autoridades de la isla mantienen bloqueadas las señales y afirman que no permitirá se viole su soberanía con transmisiones financiadas por gobierno de otros países.
'Sean los republicanos o los demócratas los que estén en el poder van a seguir con la misma política hacia Cuba. Es la misma historia de siempre', agregó Puentes. 'No me interesa lo que digan'.
En Miami el director de la Oficina de Transmisiones a Cuba (Office of Cuba Broadcasting), Carlos García Pérez indicó la víspera que la transmisión fue diseñada para que a través de la señal de Mega TV, que llega a la isla por el sistema DirectTv 'los cubanos pudieran conocer ejercicio de la democracia y cómo funciona en Estados Unidos'.
Explicó que para que los cubanos se enteraran de la transmisión realizaron una promoción a través de correos electrónicos, mensajes de texto, radio y televisión, pero nadie consultado por AP recibió tampoco ningún aviso.
TV Martí reconoció que no se tienen cifras sobre cuántos cubanos siguieron el debate a través de esta transmisión especial.
Los cubanos que tienen acceso a los canales de cable ubicados en hoteles o firmas extranjeras o cuentan con receptores satelitales, equipos ilegales pero que pueden ser instalados no tuvieron dificultad para recibir la señal del debate como en cualquier lugar de Estados Unidos y sin necesidad de ningún programa, lo que también sucedió en otros periodos electorales.
El episodio confirma una preocupación vigente en los medios político estadounidenses desde finales de la década pasada, cuando en 2009 la oficina del Congreso de Estados Unidos sobre responsabilidad de gobierno, conocida como GAO, difundió un informe indicando que el gobierno pagó desde 1990 unos 500 millones de dólares por la emisora --los gastos también cubren a los de Radio Martí-- sin que se vieran resultados.
Según dijo el entonces director de la división de asuntos internacionales de la GAO, Jess T. Fordal, al presentar el informe, no se han podido superar los esfuerzos del gobierno cubano de bloquear las transmisiones y los múltiples métodos empleados hasta ahora, incluidos el satélite y el empleo de un avión, apenas han resultado en una 'audiencia pequeña'.
En los últimos tres años tampoco se pudo rebasar la interferencia de las señales, según constató la AP.
'Esa no es una transmisora que se vea aquí. Por esa vía es imposible ver ningún debate', comentó por su parte Ricardo Loreto, de 47 años.
El trabajo de TV Martí está supervisado por la Oficina de Transmisiones a Cuba, una entidad federal estadounidense que requiere a su vez de 35 millones de dólares adicionales para su operación.
Cuba y Estados Unidos rompieron sus relaciones diplomáticas en la década de los 60 y desde entonces Washington mantiene sanciones contra la isla presionando un cambio en su sistema político.