Christopher Andre Vialva, de 40 años, recibió una inyección letal en la Penitenciaría Terre Haute en Indiana (centro-norte), según confirmó el Departamento de Justicia.
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La Corte Suprema desestimó una apelación presentada por sus abogados ese mismo día, haciendo que la ejecución de Vialva fuera la séptima federal de los últimos tres meses.
Vialva fue condenado a muerte en el año 2000 por robar el coche de una pareja, disparar y matar a sus dos víctimas e incendiar el vehículo y los cuerpos en Texas (sur).
'A pesar de la naturaleza muy, muy horrible del crimen por el que Christopher fue condenado, mi posición, basada en la ciencia, es que su cerebro no era el de un adulto completamente desarrollado', dijo Jason Chein, un profesor de psicología de la Universidad de Temple, citado por la cadena CNN.
En Estados Unidos, los delitos suelen juzgarse en los tribunales estatales, pero los casos más graves se remiten al nivel federal.
Rara vez, la justicia federal otorga sentencias de muerte, y con aún menos frecuencia, ejecuta a los condenados. De 1988 a 2003, sólo tres convictos fueron ejecutados a nivel federal, y luego ninguno durante 17 años.
Pero el gobierno del presidente republicano Donald Trump, un fuerte partidario de la pena de muerte y quien espera ganar un segundo mandato en las elecciones del 3 de noviembre con un discurso de mano dura, decidió hace un año reanudar las ejecuciones federales.
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