Siempre

Artículo de Octavio Carvajal: ¡Ruina entre vivos!

Con un alud de deudas atrasadas, aunque tengan un compás de espera, muchos comercios morirán tan pronto como sus dueños por el covid

11.10.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Pese al revés financiero, muchos negocios ganan millones gracias a la calamidad de las mayorías. Asfixia la subida y monopolio de alimentos.

Con el coronavirus nos aguarda otro año en angustia. Estamos cojos y no será fácil perder el temor, sobrevivir llorando siendo rudos. Con cifras alarmantes de desempleo, un rebrote silencioso de la plaga, médicos muriendo por salvar vidas, otros gritando pero cobrando desde sus casas, políticos robando, sueldos cortados y retiros obligados.

Y no todo ocupa a Honduras, también a las más grandes potencias como Estados Unidos, España e Italia. Todos sufren su peor aprieto sanitario y económico. Todo se hundió en corto tiempo. Las muertes e infectados no cesan. El coronavirus destroza la vida, nos conlleva y acorrala a un nuevo orden económico mundial. Las bolsas se molieron en los pobres y treparon en los ricos.

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Mentes

Muchos dicen que la plaga es más mediática que mortal. Que maquiavélicos intimidan a la humanidad, asegurando que si sale a la calle morirá rápido por el contagio. Tantas teorías, dimes y diretes de un lado y de otro. “Expertos” y hambrientos que todo lo saben y todo lo sofocan con palabrerío barato en redes sociales y medios de prensa. ¡Tan galanes ustedes!

Países del primer mundo expiran ante el mal. Donald Trump, otro rico con panteón seguro, está al borde de perder las elecciones de noviembre próximo al verse situado y muy frágil para retar la tóxica pandemia. Los más altivos no han podido ni podrán a corto plazo topar con el antídoto. Ninguna prueba certifica un medio alivio ni para inicios de 2021.

Con el mal, el ansia obligará al mundo a diversos truenos y tareas sobre capitales. Empero, vemos, sin herir egos de leídos en temas de salud y económicos, que los desvelos podrían empeorar. Si emporios vistos como imbatibles cierran, un pinche negocio jamás reabrirá. El coronavirus es un sepulturero aterrador. El perfume diario o de moda es el cloro o el alcohol puro. ¡Inaudito, adiós vanidad!

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Muerte

En Honduras, quienes también logren sobrevivir al asalto financiero del virus, no nos cabe ninguna duda que apenas abran “normalmente”, cerrarán más temprano que tarde. Muchos querrán seguir, pero pocos quedarán con oxígeno, aturdidos, posiblemente más endeudados, con pérdidas irrecuperables, casi en postración total. Esto palpamos.

Aquí, tenemos a empresarios que lloran por todo y no hacen nada, ni generan empleos y exponen salidas a un trance que no cesará fácil ni rápidamente. No es soltando pisto a periodistas delincuentes que se levantarán de las ruinas. No obstante, a ciertos financieros les embrujan las lisonjas. Labia afectiva, grosera y no efectiva por efectivo. Tal vez aprenden que los tiempos son otros, donde importa el peso de la credibilidad y no el peso del qué inventarán. Cuentas claras, amistades largas.

La peste podría ser un serio aviso de algo peor por venir. No más astucias, manías absurdas ni altivez. Este mal debe moler el disimulo de miles que aún sueñan que el dinero lo es todo en la vida. Inevitablemente perdimos los estribos. Una invisible partícula mortal e implacable nos mató la sabiduría y la paz. Vencemos la inopia o quedamos desolados. El que tenga oídos…

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