Honduras

Sobreviviente al coronavirus: 'Ahora me siento mucho más fortalecido, pero el Covid-19 es severo'

Hablamos con Antonio Jaco, quien fue hospitalizado y se recuperó después de recibir el tratamiento Catracho, un método formulado por médicos hondureños para vencer al coronavirus

28.05.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Un ingeniero agrónomo de 59 años de edad de San Pedro Sula vivió una pesadilla al infectarse con coronavirus ( Covid-19). Se trata de Antonio Jaco, quien quiso confiar a EL HERALDO la situación que vivió y sufrió por más de un mes con la enfermedad, pero el tratamiento Catracho le ayudó a recuperarse.

Este es un tratamiento ideado por médicos hondureños (la cabeza de este equipo es Miguel Sierra-Hoffman, quien reside en Texas, Estados Unidos) y denominado así por ser un acróstico de los componentes.

Los medicamentos se administran antes que el paciente llegue a una fase grave. En el listado sobresalen colchicina, antiinflamatorios, tocilizumab, ivermectina, anticoagulantes y la hidroxicloroquina (aunque sobre este último no se comprobado su efectividad y se han suspendido ensayos clínicos).

El método Catracho también implica técnicas de administración de oxígeno a alto flujo (acostar al paciente boca abajo). Jaco fue uno de los tantos pacientes que ha recibido este tratamiento y nos comparte su experiencia.

'Hasta la mañana del 07 de abril del 2020, todo parecía marchar bien con mi salud y la de mi familia. No he sido una persona con antecedentes médicos, relativamente he sido una persona saludable.

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Los síntomas

Ese martes por la mañana comencé a sentir malestares corporales, especialmente un dolor agobiante en la espalda baja, comezón en los ojos y fiebres que no bajaban de los 39 grados, durante seis días. A causa de estos síntomas, buscamos ayuda médica, pero en ningún momento hubo sospechas de Covid-19, se me indicó un tratamiento para infecciones y para reducción de las temperaturas.

El lunes 13 de abril del 2020, al ver que los síntomas no mejoraban, buscamos atención médica en un hospital privado en San Pedro Sula. Después de algunos exámenes de sangre y tomografías pulmonares, los médicos me indicaron que estaba positivo para el Covid-19.

En ese momento sentí que el mundo se derrumbaba, solo podía ver a mi esposa a través de un vidrio, me angustiaban ella y mis hijos, más que mi propia salud. La tomografía reflejó que estaba comenzando un proceso de neumonía y los médicos recomendaron que permaneciera hospitalizado para contrarrestar el virus y tratar la neumonía.

En el hospital se desarrollaron otros síntomas como una leve dificultad respiratoria y dolor en el pecho, pero con el tratamiento y otras recomendaciones médicas estos disminuyeron.
Estuve hospitalizado por una semana, se me extendió el alta el lunes 19 de abril del 2020.

Después de mi regreso a casa, tuve una gran debilidad física, ocasionada por las altas fiebres que persistieron durante tantos días y la falta de apetito, además de un malestar fuerte en la garganta.

Mi familia, al ver que estaba empeorando mi condición física, decidieron reingresarme al hospital, donde se dieron cuenta de que el dolor en la garganta se debía a una candidiasis oral y debía ser tratada allí mismo.

Durante los próximos días, empeoró la dificultad respiratoria, pero esta vez fue más intensa, en algunos momentos, mi saturación pulmonar bajo a 50, cuando los rangos normales son de 90 a 98 y esto ocasionó una dependencia del oxígeno, que en ese momento estaba a 15 litros por minuto con una mascarilla de reservorio.

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Foto: El Heraldo

Los tratamientos contra el coronavirus utilizados en Honduras consisten en suministrar una serie de medicamentos antes que el paciente llegue a la fase grave.

En cuidados intensivos

El lunes 28 de abril del 2020, sintiéndome con una severa dificultad para respirar, provocándome una sensación de ahogamiento, el intensivista de cabecera, el doctor Gil Marcelino Vásquez, llamó a mi familia para decirle que necesitaba ser trasladado a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

En medio de toda mi angustia, milagrosamente, entre la noche del lunes y la madrugada del martes 29 de abril, se abrió un cupo para mí en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Leonardo Martínez Valenzuela, donde me recibió el doctor Vásquez, otros intensivistas dedicados como el doctor Oscar Díaz y otro personal médico y de enfermería que fungieron como ángeles.

Después de la evaluación me conectaron a una máquina de ventilación mecánica no invasiva (CPAP) con el propósito de oxigenar todos mis órganos y ayudarles a mis pulmones.

Después de varios días llenos de gran angustia, pero gran fe y confianza en Dios, cuando mostré mejoría, me desconectaron del CPAP y me conectaron a un AirVo, una máquina menos potente, hasta que finalmente, diez días después salí del estado de gravedad y entré a la sala de rehabilitación, durante cinco días más. El miércoles 13 de mayo, me dieron el alta del Hospital Leonardo Martínez Valenzuela.

Ahora, 16 días después del alta médica, sigo en un proceso de rehabilitación, porque los padecimientos ocasionados por la enfermedad y los efectos secundarios de medicamentos y la preocupación, me ocasionaron pérdida absoluta del apetito, diarrea y pérdida del sueño.

Lo anterior resultó en que rebajara más de cincuenta libras y que permaneciera en cama, sin caminar por casi 20 días y eso repercutió en una gran pérdida de la masa muscular y el agotamiento de las reservas de energía en el cuerpo, al grado que sentarse en la cama implicaba un gran esfuerzo y me ocasionaba mucho cansancio y disminución de la saturación pulmonar.

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Recuperación

Cuando regresé a casa, seguí con oxígeno durante unos cuatro días y progresivamente fui obteniendo independencia. Ahora me siento mucho más fortalecido física y emocionalmente, estoy recuperando peso, comiendo muy bien, haciendo ejercicios para vigorizar los pulmones y músculos, y estoy comenzando a caminar sin ayuda de un andador.

Aunque el proceso de recuperación es lento, también es progresivo, cada día mejora mi condición pulmonar y ya estoy empezando a caminar sin la ayuda de un andador.

Dentro de mi corazón y por mi experiencia con la enfermedad, ya que entré una fase de gravedad, estoy convencido de la severidad del Covid-19 y hasta el momento no puedo asegurar cuál es la fuente de mi contagio.

El proceso es difícil y para algunos de nosotros es bastante largo. Pero el esmero de doctores sabios, llenos de bondad e inspiración, un equipo de enfermería de corazón noble, un sentimiento permanente de esperanza en Dios, la ayuda en muchos sentidos de tantos amigos y familiares dedicados que elevaron sus plegarias a Dios llenos de mucha fe, a fin de que Dios preservara mi vida, han sido los principales factores en mi milagrosa recuperación.

Bajo cualquier circunstancia, aún en los peores y más angustiosos momentos, la esperanza no se debe perder, ese es un sentimiento acompañado y en muchas ocasiones reflejado en las expresiones de cariño de muchas personas.

En vista de esta experiencia, es mi anhelo que las personas se cuiden, a fin de que los contagios disminuyan, hasta que esto se erradique de la tierra o llegue a los niveles más bajos'.