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Reina Irene Mejía: 'Fui diagnosticada con cáncer de mama hace ocho años, fue durísimo”

La vida de la banquera: es amante de los caballos, escogió a su esposo a los 11 años y libró el cáncer

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08.03.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Cuatro operaciones en un mes, cuatro batallas y una guerra ganada a la muerte. Hoy se declara triunfadora, pero el camino a la victoria fue tan espinoso que no puede ocultar las lágrimas cuando afloran los recuerdos.

“Fui diagnosticada con cáncer de mama hace ocho años, fue durísimo”, cuenta entre sollozos Reina Irene Mejía, esa exitosa banquera de esbelta figura, de sonrisa fácil y de llanto espontáneo; “fui a misa y sentí que no me iba a morir”. Entre lágrimas, nostalgia y alegría se teje la historia de la directora de Citi Honduras y primera mujer hondureña en alcanzar la dirección de esa institución bancaria.

“Cuando entré al banco hace 22 años dije: ‘Voy a ser la gerente’”, afirma la recién nombrada presidenta de la Cámara Hondureño-Americana (AmCham); “no solo me considero exitosa en el área profesional”.

Y razón tiene, ¡eh! El reloj marca las 11:00 AM, el agua, el café y las galletas han llegado a la gerencia de Citi Honduras y la mujer de “51 años bien vividos” le da rienda suelta a un historia digna de contar en Tictac...

Gracias por atender a EL HERALDO. Uno la ve y se imagina que fue cotizada...

Tuve enamorados, pero tampoco fui noviera. Tuve una experiencia no muy bonita y cinco años antes de casarme no anduve con nadie porque decía: “Ya estoy grande y voy a salir con el que me voy a casar”. Sí se me acercaban, pero no cuajábamos. Hasta que llegó Kike.

¿Pero a qué edad tuvo su primer novio?

En mi último año de colegio, sin embargo, me casé con el que me gustaba cuando yo tenía 11 años. Le decía a mi mamá: “Con él me voy a casar”, y con él me casé, ¿qué tal? ja, ja, ja. Me decía mi madre: “Hija, pero ese muchacho no te voltea a ver y te lleva cinco años de diferencia”, entonces yo le decía: “Sí, pero no importa”. Fui perseverante.

El día de su boda junto a su padre Alfonso Mejía; “la muerte de mis padres fue dura”.

El día de su boda junto a su padre Alfonso Mejía; “la muerte de mis padres fue dura”.

¿Qué miró que le hizo estar segura que era el idóneo?

Era hermano de una buena amiga mía. Le decía: “Me encanta tu hermano, pero no me hace caso”, y ella se reía. Nos reencontramos años después, nos enamoramos y nos casamos bien rápido. Yo tenía 34 años (lo dice con asombro) y él 39, así que somos papás grandes.

Si retrocedemos en el tiempo, ¿cómo fue su infancia?

¡Ah, espectacular! Yo era terrible. Hablaba hasta por los codos, me subía a los árboles, saltaba, preguntaba y cuestionaba todo. Era curiosísima. Pasé muchas vacaciones durante mi infancia en la hacienda.

¿Tenía hacienda?

Mi papá era banquero y tenía hacienda en Lepaguare, Olancho. Mi padre era de saco y corbata de lunes a viernes y de sombrero y pistola sábado y domingo. Me iba y pasaba en árboles, en el tractor, en la cosechadora y con un saco en la cintura recogiendo algodón. Allí empezó mi pasión por los caballos, me encantan, me apasionan.

Desde pequeña me gustó, pero a los 16 años tuve un incidente y dejé de montar por un tiempo. Un caballo se desbocó, se paró cuando quiso y a mí “se me salió el corazón”. Me bajé y me volví a subir hasta los 23 años. Los caballos para mí son el símbolo de ser libre. Cuando estás en un caballo y sientes el viento en tu cara es una sensación de libertad extraordinaria, es naturaleza en pleno.

Reina Irene Mejía.

Dejando los caballos, ¿cómo fue esa etapa del cáncer?

Cuando me operaron, me rompieron la tráquea, estuve con respirador artificial al borde de la muerte. Miro atrás y digo: “¡Ih, cómo sobreviví!”.

Supongo que fue duro...

Cuando me dieron el diagnóstico sentí que el mundo se me vino encima, pensé: “¡Ih!, mis hijos, ¿quién los va a cuidar?”. Kike se enoja y me dice: “¿Y tu esposo?”, le digo: “Mi esposo puede conseguir otra”. Después del diagnóstico, me fui a misa, me arrodillé y le dije: “Señor, estoy lista para irme, te pido que cuides a mis hijos”. Pero ese día en misa tuve la convicción de que no me iba a morir.

¿Pero hubo lapsos que pensó que perdía la batalla?

Cuando estaba entubada. Me operaron en Honduras y me fui a Houston. Me quitaron el pedazo de la mama y resulta que tenían que quitarla toda y ahí me rompieron la tráquea y me estaba asfixiando. El doctor me dijo: “Esta operación es de vida o muerte”; tuve pánico. No podía hablar, solo escuchaba y le dije: “Señor, ayúdame, no me quiero morir, no puedo morir”. Luego vino otra etapa difícil.

¿Había más sufrimiento?

Ya operada y en Honduras, debía regresar a Houston y dejar a mis hijos por segunda vez. Un día iba manejando y por teléfono le iba diciendo al doctor que no quería volver a EE UU. Mi hija de ocho años iba en el asiento de atrás y me dijo: “Necesito que te sanés y tenés que irte a donde sea para que regresés sana”. Esas palabras fueron como la gasolina (se le salen las lágrimas). Ahora voy una vez al año a checarme. Otra cosa dura fue con mi mamá.

¿Qué pasó con su madre?

Estuvo postrada mucho tiempo con alzhéimer y ver el sufrimiento de una madre es inexplicable. Cuando murió, mi papá me dijo: “Misión cumplida, le dije a tu abuela que iba a cuidar a tu madre hasta el último día... Ya estoy listo para irme”... (solloza). El día que mi madre murió, él tuvo un infarto y falleció 42 días después. Ver los dos partir (se quiebra)...

-Hace una pausa y antes de proseguir dice: “Le voy a agarrar esta servilleta”. Seca sus lágrimas y sigue con la entrevista.

¿Qué es lo que muy pocos saben de usted?

Muy pocos saben que puedo ordeñar vacas, que cuando murió mi padre me tocó sacar y vender la cosecha de maíz. Me ven y creen que toda mi vida he sido banquera, que nunca me he puesto unas botas y un sombrero. No solo soy de tacones.

Finalmente, Reina Irene, ¿nunca ha pensado en incursionar en la política?

No la descarto cuando mis hijos estén grandes. Me duele horriblemente que los hondureños no tengan qué comer. Creo que no me iré de esta vida sin tener alguna participación en política. Mire, usted le ha hecho un montón de preguntas a mi corazón, como que lo entrenan para TicTac, porque el corazón le hace tictac a uno ja, ja, ja.

-Claro, esa es la idea, doña Reina Irene Mejía...