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Las redes sociales, entre la verdad y la mentira

Los migrantes del triángulo norte se dejaron llevar por invitaciones en la web, pero la solidaridad aquí promovida resultó falsa

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01.12.2018

Mientras una nueva caravana se prepara para partir desde El Salvador hacia la tierra prometida de Estados Unidos, los migrantes centroamericanos, frenéticos, intercambian mensajes a través de las redes sociales.

¿Dónde cruzar la frontera? ¿Qué llevar en la mochila? Sin dinero para contratar a un traficante de personas o “coyote”, la fortaleza está en el grupo.

Madres con hijos, jóvenes huyendo de la violencia de pandillas, hombres maduros que no pueden alimentar a sus familias... Una caravana parte.

Tan pronto se aleja, los planes para organizar la siguiente se toman las redes sociales. Cientos de interesados disparan preguntas, participan en discusiones o comparten sus esperanzas y temores.

“Mi objetivo es llegar a Estados Unidos y en caravana nadie me puede tocar”, dice un hombre de voz ronca en un mensaje enviado al chat previo a la partida del último convoy de El Salvador y llamado “Patria querida. Caravana III 18- N A USA 9 am”.

Desde al víspera de este 18 de noviembre, los migrantes vinieron a pasar la noche a la plaza de El Salvador del Mundo, dominada por un Cristo encaramado en un enorme globo terráqueo. Se apiñaron en la acera de un baratillo llamado “ Dollarcity”. Todos reunidos alrededor del nuevo “boca a boca” de las redes sociales.

Desde octubre, más de 5,000 migrantes centroamericanos han viajado miles de kilómetros, a pie, haciendo autostop, en autobús, hacia la frontera de México y Estados Unidos.

Más barato, más seguro
En la noche de San Salvador, una viuda de 38 años vigila a sus dos hijos de 13 y 11, dormidos bajo una manta roja. “Me enteré de la caravana por Facebook. Alguien subió el link hacia la sala de WhatsApp”, dijo a la AFP.

“La gente intercambia informaciones. No hay líderes”, afirma con la mirada decidida bajo su gorra de béisbol.

La mujer no dará su nombre por temor a las pandillas que la acosaron. Estas bandas, que propagan el terror tanto en El Salvador como en toda Centroamérica, bien podrían agredir a su hija mayor, una bella morena de largas trenzas.

Fue entonces cuando la madre decidió dejar su trabajo mal pagado, de seis dólares al día por hacer tortillas de maíz. “Nosotros los pobres, no tenemos los 8,000 dólares para un coyote. Y es más seguro salir en caravana”, dice.

Otra madre de 39 años tuvo que abandonar su hogar, amenazada por los pandilleros que secuestraron a su esposo. Para ella, la caravana es una “oportunidad (...) para tener un futuro mejor” para sus dos hijos de 14 y 12 años.

En la plaza están las familias abarrotadas con bandadas de niños. Esta noche se inaugura el gigantesco árbol de Navidad de la alcaldía, bajo villancicos y fuegos artificiales.

La multitud alegre parece indiferente a los migrantes, fácilmente identificables por sus magras mochilas, y los ojos brillantes con lágrimas contenidas.

Muchos no consiguen dormir, como este joven de 22 años: “Desde (hace) ya tiempo, estoy escuchando que ya salieron dos caravanas y que con esta son tres, y que falta otra”.

Mensajes anónimos
Siguiendo el ejemplo de los 2,000 migrantes que salieron de Honduras el 13 de octubre, un primer grupo de 400 salvadoreños tomó camino el día 28. El 31 eran 1,600, algunos avisados a través de páginas de Facebook como “El Salvador emigra por un futuro mejor”, que cuenta con más de 4,400 “likes”.

Pero el 18 de noviembre apenas eran 200. Renunciaron a seguir caminando y prefirieron pagar cinco dólares para viajar en autobús a la vecina Guatemala. Se las ingeniarán luego para llegar a México.

La desconfianza, incluso la paranoia, y los testimonios imposibles de verificar sobre la hostilidad que sufren los migrantes en los países que cruzan, también se destilan a través de WhatsApp, tal vez contribuyendo a agotar el flujo.

“Todos están amontonados en la frontera con México y la gente ya no les da nada”, escribe un anónimo de número telefónico mexicano. Hay que desembolsar “50$ (que) vale q pasen a un menor”, escribe otro.

Evelyn Marroquín, directora del servicio salvadoreño de migración, subraya la decepción de aquellos a quienes se les impidió el ingreso: “Expresaron que, estando en Guatemala, los que estaban organizando la caravana pidieron dinero (...) no había la solidaridad que manejaban en las redes, que vamos juntos (...) todos esos comentarios que ellos leyeron en las redes sociales eran mentiras”.

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