Honduras

Honduras: Bajo control absoluto 773 pandilleros en la cárcel El Pozo II

La mayoría de los trasladados pertenecen a los grupos criminales 18 y MS-13, quienes después de tener comodidades y privilegios deberán ahora cumplir sus condenas en condiciones estrictas de aislamiento y disciplina para evitar que siga la anarquía en los centros penitenciarios

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16.05.2017

Tegucigalpa, Honduras
El ensordecedor sonido de los motores de decenas de comandos militares, las sirenas de advertencia y la disciplina impuesta por cientos de soldados era solo el inicio de un histórico traslado de reos.

En el marco de la operación Arpía III, dirigida por el presidente de la República, Juan Orlando Hernández, un total de 773 reos de alta peligrosidad fueron trasladados del que fue su cómodo reino por muchos años en el Centro Nacional Penitenciario de Támara, hasta la estricta prisión de máxima seguridad El Pozo II, también conocida como La Tolva.

El Pozo II es uno más de los recintos de máxima seguridad construidos en la actual administración de gobierno, ubicado sobre la carretera CA-6, en la jurisdicción del municipio de Morocelí, El Paraíso.

De los reos trasladados, la mayoría son miembros de la pandilla 18 y una cifra menor de la Mara Salvatrucha (MS-13).

La magna operación no tuvo precedentes pues superó en número a la ocurrida el pasado 15 de marzo cuando fueron movilizados 755 prisioneros de alto perfil criminal del Centro Penal de San Pedro Sula a la cárcel de Ilama, Santa Bárbara, conocida como El Pozo I.

Esta perfecta acción comenzó a gestarse desde hace dos meses, según detalló el propio mandatario Hernández. Pero comenzó a ponerse en marcha en horas de la noche del lunes.

Los alrededores del Centro Penitenciario de Támara se vieron abarrotados por decenas de efectivos militares y policiales que llegaron a este lugar con la oscuridad de la noche.

Los integrantes de la MS-13 fueron requisados por los efectivos militares para evitar que llevaran armas.

Fuerte dispositivo
A las 6:00 de la mañana el murmullo de un posible traslado se volvió más fuerte entre los privados de libertad al ver el movimiento del fuerte dispositivo, al interior del mismo.

Sin saber aún lo que pasaba, los silbidos y gritos de los reos hacia el contingente militar y policial no se hicieron esperar.

Sin embargo, la orden de mudanza no iba dirigida hacia toda la población de este centro de reclusión.

El objetivo de intervención y posicionamiento eran los módulos conocidos como Escorpión (habitado por la pandilla 18) y La Maquila (ocupado por la MS).

De igual manera las inspecciones se efectuaron en otros circuitos a los que de forma arbitraria los antisociales se habían cambiado para evitar un futuro traslado a los centro de máxima seguridad.

Les caen de sorpresa
La intempestiva entrada de militares y policías tomó por sorpresa a los inquilinos de Escorpión y La Maquila, ya que la mayoría de ellos aún dormían, algunos de ellos en sus cómodas y confortables celdas.

Los golpes de toletes en las puertas y barrotes terminaron de despertar de forma inesperada a los miembros de maras y pandillas que aún pernoctaban al interior de ellas.

Uno a uno fueron saliendo de las habitaciones, todos con sus característicos atuendos, camisa grande, pantalón corto abajo de las rodillas y los infaltables tenis de marca.

Afuera les esperaba una logística completa que los llevaría a su nueva prisión, donde no reinarán ni tendrán un tan solo lujo. La cárcel de máxima seguridad denominada El Pozo II o La Tolva aguardaba por ellos.

La movilización
Eran las 7:55 de la mañana cuando el primer contingente de pesados camiones militares salía rápidamente del que en su momento fue el principal centro penitenciario en Támara.

El fuerte dispositivo de seguridad despertó la curiosidad de una gran cantidad de personas que salían a las bocacalles y a las ventanas de su casa, alarmadas por el sonido de las sirenas policiales.

Mientras tanto desde los camiones, aunque esposados de pies y manos con aros de presión plásticos, algunos de los privados de libertad gritaban a las personas que solo los veían pasar.

Después de tantos años de reclusión sin ver las calles capitalinas, los privados de libertad trataban de ver por los pequeños orificios algunos pasajes de la ciudad.

El bulevar Fuerzas Armadas fue uno de los pasos en los que los vecinos de esta zona de la capital más se aglomeraron para ver el desfile del convoy militar.

Nuevamente la presencia de la gente se hizo sentir en la salida a la zona oriental, a la altura de las colonias Villa Nueva y Villa Vieja, donde un buen número de personas gritaban al observar los camiones a alta velocidad.

FOTOS: Hasta un cuarto de placer tenían pandilleros en cárcel de Támara

Por fin la llegada
A eso de las 2:00 de la tarde los 773 convictos se convirtieron en los nuevos inquilinos de El Pozo II.

En la entrada a su nuevo hogar cada recluso se vio obligado a dejar sus prendas personales, que acostumbraban a utilizar en el módulo Escorpión o La Maquila.

Ahora su nueva vestimenta será un overol de color, dependiendo el grado de peligrosidad. Los primeros inquilinos de El Pozo II fueron vestidos con overol naranja, con un número que distinguirá a cada preso y sandalias de goma.

Con esto dejaron atrás las excentricidades que gozaron en el pasado, cuando podían utilizar cualquier prenda de vestir, aretes y otro tipo de joyas.

Les espera una tarima de concreto con una colchoneta de 6 pulgadas de grosor, nada parecido a las comodidades que tenían afincadas en Támara.

El martes pasaron su primera noche sin privilegios y a 63 kilómetros de la capital Tegucigalpa.