Hondureños en el Mundo

Clemente Aguirre: 'Ya salí hermano... esto ha sido como estar en una montaña rusa”

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07.11.2018

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-

-Ya salí, güevón.

-¡Hermano!, ¿cómo estás?

-¡Oh!, mi hermano, tú no sabes, te extraño un montón, exclamó Clemente Javier Aguirre en su primera llamada a Honduras ya como un hombre totalmente libre.

EL HERALDO conoció algunos detalles de una conversación entre este joven hondureño que pasó 14 años de su vida en una cárcel de Florida, Estados Unidos, por estar condenado a muerte por un doble asesinato que no cometió, y su gran amigo de la infancia Benjamín Pineda, quien lo acompañó en los momentos difíciles que vivió.

La plática entre ellos fue a través de una llamada telefónica en la que, según Pineda, hubo una inmensa felicidad que invadió sus corazones.

La felicidad fue tal que ambos amigos hasta hablaron del Motagua, el equipo de sus amores, de su comida favorita, las ganas de saber de su mamá, entre otras cosas.

Además le manifestó que sus últimos años han sido como una montaña rusa, también expresó su deseo de quedarse en Estados Unidos.

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Amigos inseparables
La llamada terminó y Pineda mostró su lado sensible, el cariño que se tienen es inmenso y las ganas de volver a verse aún más.

“Nos conocemos desde que éramos unos niños desde que jugábamos fútbol, hacía de todo, como éramos vecinos yo iba a su casa, igual él iba a mi casa también, jugábamos basketball en la tarde, fines de semana de fútbol, era una persona muy activa”, comentó Pineda a EL HERALDO.

Con mucha tristeza recordó el día que su amigo decidió irse, “él ya lo tenía planificado, se despidió un día antes en mi casa, se despidió de mis hermanos, de mi sobrinos, yo le dije que si estaba seguro y me dijo que sí, que deseaba una mejor vida para la mamá y que deseaba trabajar”.

Aguirre llegó a Estados Unidos en 2003 y al siguiente año fue capturado por autoridades de Florida, sospechoso del asesinato de Cheryl Williams y Carole Bareis. Ese mismo año fue condenado a la pena de muerte y trasladado al “pabellón de la muerte”, donde esperaría el día de su ejecución.

“Al inicio se le condenó a la pena de muerte por inyección letal, la defensa no fue muy sólida, luego llegaron nuevos abogados, creyeron en su palabra, y le dieron un rumbo diferente al juicio y lograron inclusive incluir la prueba de ADN, que fue vital para salir libre”, argumentó Pineda.

El amigo de Aguirre destacó cómo en muchas de las cartas que recibió le decía “vos sabés que no hice esto, pero no me creen”. Incluso Pineda tuvo la oportunidad de visitarlo en el “pabellón de la muerte”, hace pocos años.

“Esa vez me dijo me van a matar porque no me creen, le dije tarde o temprano nos vamos a ver afuera”.

Recordó que existieron muchas llamadas desde la cárcel, además de la gran cantidad de cartas que se intercambiaron en el transcurso de los 14 años, “en las cartas le dábamos ánimos, se mantenía informado por las cartas, inclusive me preguntaba por Motagua, es gran motagüense, que cómo quedaba, que cómo iba, preguntaba por la familia, ya al final era difícil seguir con cartas y lo hacíamos por correo electrónico”.

Una de las cosas que Aguirre siempre le agradeció a Pineda era la cercanía con su madre, a quien “le imprimía las cartas que enviaba y se las iba a leer”.

El muchacho explicó que la madre de Aguirre se encuentra en Nicaragua, que sufrió un preinfarto producto de la emoción de saber que su hijo estaba libre y que se recupera de a poco, pero “es importante que ella pueda viajar a Estados Unidos a ver a su hijo, ella ya tiene la visa, el llamado es para el gobierno que por ahora no se han pronunciado para que ayude a esta madre a costear por lo menos el pasaje del boleto”.

Argumentó que durante estos 14 años vivió la fortaleza de Aguirre en las llamadas telefónicas, pero en las cartas “muchas veces demostró un poco de flaqueza por las injusticias que vivía, momentos en la que lo castigaron y lo metieron al ‘hoyo’, que es un espacio separado, vivía muchas cosas, él siempre defendió su inocencia, incluso al inicio le decían que se declara culpable para recibir menos años, pero el dijo: “No, no puedo declararme culpable si yo no fui”. Pineda espera verse pronto con su amigo a quien siempre consideró una persona de bien, que no mereció lo que le pasó, pero ahora está en libertad.

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