A sus 16 años, Alex David Bejarano era considerado un prodigio musical del instrumento de cuerdas más elegante del mundo: el violín.
Pero una insuficiencia renal amenazaba con apagar la lumbrera que destellaba el alumno de II de bachillerato de la Escuela Nacional de Música.
A través de este medio, se canalizó ayuda económica para su causa, mientras que su familia hizo lo propio organizando actividades benéficas.
Al final, la intervención quirúrgica a la que se sometería se suspendió, ya que los doctores optaron por colocarlo en un tratamiento médico.