Con esa misma sonrisa que muestra en su programa, así entró Ismael Cala a la Sala de Pediatría Oncológica del Hospital Escuela, donde hizo un recorrido para conocer a los niños que, por medio de la Fundación Hondureña para el Niño con Cáncer, serán beneficiados con los fondos recaudados en la conferencia que ofrecerá hoy por la noche.
Pero antes de compartir con ellos concedió una entrevista exclusiva a EL HERALDO.
Carismático y amigable, respondió preguntas sobre su libro y su experiencia en el programa Cala, donde muestra un lado del entrevistado que quizá no ha sido descubierto en otro momento.
Así es Cala, positivo, optimista, emprendedor y con una experiencia de vida que inspira a los demás.
Para no perder la costumbre iniciemos con la frase de hoy... Como es mi primera visita a Honduras, vamos a usar la frase que todo el mundo escucha al terminar el programa, que es “el secreto del buen hablar es saber escuchar”.
Y ese es el propósito de mi visita al país por primera vez, escucharles y aprender un poco de Honduras, de su gente, sus preocupaciones y de qué les hace vibrar. Mañana (hoy) en la conferencia van a tener la oportunidad de escucharme, aunque es una conferencia interactiva, y también yo quiero subir al menos tres, cuatro, quizá seis personas para escucharles y tener un poco del sentir de ese auditorio.
¿Qué matices de su vida podemos encontrar en el libro?
No es un libro totalmente autobiográfico, pero sí hay cápsulas de autobiografía, anécdotas biográficas de diferentes etapas migratorias de mi vida: Santiago de Cuba, La Habana, Toronto, cuando empecé a restablecer mi vida fuera de Cuba, luego Miami, un año que estuve en México, dos años que viví en Atlanta; esas etapas migratorias geográficas y esos ciclos emocionales importantes donde en cada ciudad aprendí y crecí, y por eso lo cuento en mi libro.
Uso mi propia historia para inspirar a los demás y para mostrarme vulnerable, porque al final creo que la sociedad nos hace sentir que hay que mostrarse fuertes, indestructibles, y ocultar nuestras vulnerabilidades, y siento que es todo lo contrario, que cuando uno realmente es capaz de mostrarse tal cual es, con fortalezas y vulnerabilidades, y compartir las herramientas que han sido exitosas para poder superarlas, la gente te respeta más, y la gente se identifica más.
En sus entrevistas suele tener silencios prolongados para que el entrevistado hable, ¿qué tan intencionales son esos silencios en su trabajo?
Bueno, yo digo que a veces un silencio tiene más significado que cualquier pregunta o palabra que hagas; entonces en algunos momentos hay temas delicados, hay preguntas que yo no quisiera hacer porque me parecen agresivas o invasivas, y lo que yo hago es lanzar el tema y no hablar más.
Es un silencio incómodo donde la persona se da cuenta que yo no hablo y tiene que seguir hablando.
Es una técnica que me ha dado muy buen resultado, y también porque en realidad siento que a la gente le gusta ser escuchada, que a la gente le gusta ser validada a través de sentirse importante, y el hecho de uno escuchar al otro, prestarle generosamente sin juicios sus oídos simplemente para escuchar, no sabes lo terapéutico que es.
Entonces yo siempre digo que el programa que yo hago es mucho más psicológico que periodístico.
Sobre la entrevista que le hizo al presidente boliviano Evo Morales, usted dijo en una ocasión que había sido tolerante... ¿cuál es su reflexión sobre un entrevistado como él?
Sí fui tolerante, porque creo que la tolerancia está justamente en el respeto al otro.
Son ataques personales, porque si yo te digo a ti: sé que te escapaste de tu país, que no representas a Latinoamérica, sé que eres un agente del imperio; esas son agresiones, entonces se ocupa tolerancia para tú decir: esto no es conmigo, él me está usando como un símbolo para su discurso.
Y ahí hay que aplicar la tolerancia, y ahí sobre todo hay que aplicar uno de los cuatro acuerdos de Miguel Ruiz, un libro que yo recomiendo dentro de “El poder de escuchar”, y uno de esos acuerdos es “no te tomes nada personal”.
Cuando uno no se toma nada personal es porque es capaz de llegar a un lado, de saber apaciguar el ego que es lo que correspondería impulsivamente a un ataque personal, y decir: mira, esto que estás oyendo no es contigo, porque esa persona no te conoce, cree que te conoce, pero no te conoce, como tampoco yo lo conozco a él.
Entonces pues sí, son episodios, y me siento tan feliz porque digo qué bueno que escribí un libro que se llama “El poder de escuchar” y que yo no haya sucumbido a la impulsividad de decirle tres o cuatro disparates, como en años atrás hubiera hecho.
A poco más de tres años de tener Cala al aire, ¿se pone nervioso ante el entrevistado?
Hay entrevistas que todavía me intimidan, hay personajes que yo digo cómo va a ir esta entrevista, ojalá que sea cordial; hay un tema escabroso, cómo lo trato sin que la persona se pare de la silla.
Nadie se ha parado en tres años, ni siquiera el presidente de Bolivia, Evo Morales, que se le paró a Jorge Ramos en una entrevista, conmigo se quedó sentado, no nos mirábamos en las pausas a publicidad, cada uno tenía la cara al lado opuesto, pero no se paró de la silla y para mí fue un éxito, fue un logro, porque la verdad sí produce noticias y titulares que alguien se levante de una entrevista, pero mi propósito es que se quede a hablar conmigo la hora completa que está pautada, ese es mi propósito, no que se pare, no me interesa ese tipo de titulares.
Si algún día sucede en contra de mi voluntad, no hay nada que uno pueda hacer. Pero sí me intimidan algunas personalidades, sobre todo algunas que admiro, como Carolina Herrera.
Cuando la entrevisté estaba intimidado porque no la veía como una persona de carne y hueso, yo la veía como un imperio económico y de moda. Entonces yo decía Carolina Herrera es un par de zapatos, Carolina Herrera es una camisa, una blusa, un vestido, no veía a Carolina Herrera de carne y hueso, fue una de las grandes entrevistas que tuvimos.
Al ser una persona de reconocimiento internacional, ¿cómo hace para mantener los pies sobre la tierra y no dejar que el entorno lo absorba?
Mira, si yo no tengo los pies sobre la tierra ¿cómo camino?, hasta ahora no he aprendido a caminar ni sobre el agua ni sobre el aire, la única manera de andar por este mundo es con los pies sobre la tierra.
Y porque también, como mi vida ha sido cíclica, he tenido forzosamente que darme cuenta de que el aplauso, el elogio, el reconocimiento público no determina quién soy yo, ni mi éxito, ni el grado de felicidad interior que yo debo tener. Siendo una persona reconocida en radio y televisión en Cuba, me fui a Toronto a trabajar como mesero en dos restaurantes, donde no había aplausos, no había reconocimiento público ni elogios, más bien críticas porque hacía un trabajo pésimo como mesero.
Y fue un reto y un baño de humildad que me dijo dos cosas importantes: apreciar el servicio que te ofrecen otras personas cuando te sirven y que uno no es necesariamente lo que hace, que uno es lo que es por el ser espiritual que es, la calidad humana al final es la que determina quién eres en tu relación con los demás.
Entonces yo creo que por eso es que a lo mejor yo ahora estoy en CNN, mañana estaré no sé dónde, porque nunca me he puesto a pensar que mi valor está en donde trabajo.
¿Qué nos puede comentar sobre su segundo libro “Un buen hijo de p”?}
“Un buen hijo de p”, mira que tú lo dices bajito el título, porque asusta un poco. “Un buen hijo de p” va justamente a los paradigmas y esta es una frase que entre los hispanos ya tiene un significado, una connotación peyorativa negativa.
Y yo lo que digo es que lo maravilloso que tiene la mente humana es que puede cambiar significados.
Lo mismo hice con el género de la entrevista, le di un vuelco en mi mente y dije no, el énfasis no está en yo hablar y que mis preguntas sean un éxito, el éxito está en que yo escuche lo que me están diciendo para que mis preguntas sean buenas, entonces tuve que virar la tortilla.
Y estoy haciendo lo mismo con ese título de “Un buen hijo de p”, donde a la mente vendrá esa palabra que nunca está dicha, es una “p” que es de pasión, de paciencia y perseverancia, porque son las tres claves de éxito que yo he encontrado y que me han sido muy útiles en la vida.