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Muralismo: ¿intoxicación de color o antropología de la luz?

El mural no es una técnica sobre una pared, es, ante todo, un encuentro de los pueblos con sus símbolos y formas, es el descubrimiento de su identidad

27.08.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Desde hace varios años he visto cómo se ha extendido una práctica artística que ha concentrado sus esfuerzos en los pueblos de Cantarranas, en el departamento de Francisco Morazán y en La Arada, departamento de Santa Bárbara; quienes han realizado estos trabajos coinciden en llamar a estas expresiones “muralismo”.

Valoro el esfuerzo de estos pintores por intentar darle una dimensión estética a estas comunidades y, de igual manera, valoro a quienes han organizado estos festivales de color que se etiquetan bajo el nombre de pintura mural. ¿Pero, realmente estamos ante una verdadera estética del muralismo? ¿Qué es realmente el arte mural?.

El muralismo es ante todo un arte público, pero lo público o lo exterior, en sí mismo, no define a una pintura como mural.

El muralismo es ante todo una visión, la síntesis estética de una historia, un mural es la expresión de un sentir colectivo, es una comunión de identidades locales, regionales y nacionales, un mural es investigación antropológica hecha pintura, es la experiencia estética de un pueblo, es color palpitando en el alma colectiva, es el ser de una comunidad convertido en formas, volúmenes y color.

El mural no es una técnica sobre una pared, es, ante todo, un encuentro de los pueblos con sus símbolos y formas, es el descubrimiento de su identidad.

'El estudio del espacio es tan vital en la composición de un mural, y olvidan una lección: el mural es pintura y la pintura es el arte del espacio, de allí su naturaleza bidimensional”.
¿Tienen los murales de Cantarranas y de La Arada estas características? Lo que he visto, con el respeto que se merecen los pintores, son paredes intoxicadas de color, con escenas o contenidos arbitrarios, sin jerarquía visual, es decir, muchos trabajos carecen de poliangularidad o sea que en el mismo plano no hay variaciones en el tamaño de los objetos y mucho menos en los puntos de vista o enfoques visuales; por eso no tienen ritmo ni sintaxis, prevalece el desorden.

El estudio del espacio es tan vital en la composición de un mural, y olvidan una lección: el mural es pintura y la pintura es el arte del espacio, de allí su naturaleza bidimensional.

Si hablamos de los contenidos veremos más inspiración que investigación, la identidad de los pueblos ha quedado relegada a la imaginación muy personal del pintor, no digo que un pintor no deba imaginar, pero en el caso del mural debe hacer dialogar su imaginación con los imaginarios del pueblo donde pinta, porque tal como dije al principio, el muralismo es comunión popular hecha pintura.

A mi juicio, debe existir criterio para designar los espacios a pintar, se debe respetar la espacialidad histórica de los pueblos, de lo contrario, estos pierden la identidad del entorno. Hay muchas paredes preciosas pintadas con cal que han desaparecido víctimas de un mural mal pintado, añoro las texturas blancas de esas casas que con su blancura le cantaban al sol; es por ello que estos proyectos debieron acompañarse de un estudio antropológico serio y si ese estudio existió, entonces los pintores no lo supieron interpretar plásticamente.

Debo decir que hay murales que están pintados con cierta calidad pero no dejan de ser expresiones simpáticas, ocurrencias pintadas con algunos requerimientos técnicos pero toman distancia de la mayoría que adolecen hasta de una clara concepción en la aplicación del color.

Carlos Lanza
Sus ensayos se han divulgado en revistas nacionales e internacionales. Ha publicado varios libros sobre arte y literatura. Sus estudios han profundizado en los lenguajes o expresiones del arte moderno y contemporáneo hondureño. Con sus investigaciones se funda la crítica de arte profesional en el país.
Pienso que estos artistas pueden evolucionar a una auténtica pintura mural. Habrá que estudiar la gran tradición heredada de dos pintores: Arturo López Rodezno y Álvaro Canales, ellos introdujeron un elemento que hasta ahora no he mencionado: me refiero al carácter alegórico que debe tener todo mural y que desgraciadamente no existe en la mayoría de los trabajos que he visto en estas comunidades.

Espero que estas reflexiones contribuyan a edificar el camino que nos lleve a una auténtica estética del mural, hasta ahora lo percibo como algo que se puso de moda, y si la moda es el desgaste moral del valor de uso de las cosas, no me extraña entonces que muchos murales se hayan convertido en el desgaste estético del valor de uso de esas paredes. El muralismo no puede ser folklor visual, será arte o no será.