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'La ternura que esperaba”

Marcos Carías Zapata nació en Tegucigalpa durante la dictadura de Tiburcio Carías Andino (su pariente), y ha muerto hace unos días en el silencio imperdonable de un país sin ternura.

03.01.2019

Tegucigalpa, Honduras
Marcos Carías Zapata
fue quizá el gran escritor hondureño de la segunda mitad del siglo XX, como lo fue Rafael Heliodoro Valle en la primera; ambos son los únicos autores nacionales en haber conseguido una obra memorable en historia y literatura.

Cuando en 1992 recibió el Premio Rey Juan Carlos de Estudios Históricos, dijo que el V Centenario nos había encontrado, a uno y a otro lado, “inmaduros en cuanto a la comprensión de nuestro pasado”. También recibió el Premio Nacional de Literatura y otros innumerables reconocimientos académicos y artísticos.

Su padre, Marcos Carías Reyes, escribió “Trópico” y “Hombres de pensamiento”, quizá sin imaginar que su hijo se convertiría en uno de los grandes pensadores de la nación.
En 1978, junto a otros notables historiadores como Laura Gálvez, Marielos Chaverri, Virgilio Maradiaga y Mario Felipe Martínez, Carías Zapata fundó la Escuela de Historia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, de la que fue maestro durante más de tres décadas, y en cuyas aulas será leído y recordado.

Siendo hijo de escritor, inició muy temprano su labor literaria. A principios de los años 70 publicó “La ternura que esperaba”, un espléndido libro de relatos donde cuenta sus años de estudiante junto a la comunidad hondureña en Madrid (y otras historias “familiares”); con un lenguaje, una narrativa y un talento que en nuestra escritura solo habían conseguido Arturo Martínez Galindo, Arturo Mejía Nieto, Santos Juárez Fiallos o Roberto Castillo.

Le siguió una extensa y profunda obra historiográfica, donde estudió las raíces, la formación estatal, los símbolos de la sociedad tradicional, la modernización y subdesarrollo del Estado; y donde profundizó en el pensamiento y relato de los grandes cronistas de nuestra historia. Vivió sin ideologías dogmáticas, y “prefirió la verdad antes que la corrección”.

Fue tan brillante escritor como formidable historiador. Por esa razón, su novela “Una función con móbiles y tentetiesos” —una estupenda cartografía de la Tegucigalpa de mediados de siglo XX—, es tan apreciada por los escritores y literatos, como su obra historiográfica es valorada por los historiadores y los estudiosos. Sus cuentos, novelas y ensayos históricos-filosóficos, son considerados clásicos de nuestra cultura.

Nació en Tegucigalpa durante la dictadura de Tiburcio Carías Andino (su pariente), y ha muerto hace unos días en el silencio imperdonable de un país sin ternura.