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Olimpia-Motagua, un clásico para dormir la siesta

Los dos equipos se olvidaron de jugar y fueron como el antidoto perfecto para el insomnio... Real Sociedad es ahora el líder.

02.02.2014


En un partido deslucido, descolorido y sin un tan solo disparo claro al marco en 90 minutos de intenciones, Olimpia y Motagua pintaron de aburrimiento el clásico capitalino con un pasmoso 0-0 que se redondeó con una expulsión que dejó tantas dudos como la propia ambición de ganar de los dos equipos.


El hecho de tener que esperar hasta la última jugada del partido para poder encontrar un intento de remate que llegó a manos de Noel Valladares habla claramente de un derbi para el olvido, en el que quizá lo más destacado fue la invasión de las abejas que obligó a todos los protagonistas a lanzarse temerosamente al pasto del Nacional.


Un derbi feo y chato


La mejor definición del clásico capitalino la plasmaba tras el final el volante azul Maximiliano Lombardi, quien lo calificaba como un “partido feo y chato”.


Y fue así... Aunque no parezca, ese acto curioso de las avispas fue lo que más sobresalió en un partido que estuvo marcado por la falta de acción de los guardametas y por el criterio dudoso del árbitro óscar Moncada en la roja mostrada al delantero Albo Alberth Elis.


La carencia de lucidez en el juego se vio reflejada de principio a fin y eso se comenzó a evidenciar en la primera media hora de juego en la que apenas se recuerdan dos cañonazos elevados por bando, un remate cruzado de Javier Portillo (en el 38) y una peinada de Rubilio Castillo (42) que generó el retroceso nervioso del meta olimpista.

Rojas tuvo la más clarita

Esa falta de fineza, que no cambió ni siquiera con las modificaciones ofensivas de Héctor Vargas y Diego Vazquez en el complemento, se vio ratificada en el primer cuarto del segundo tiempo, cuando Roger Rojas, en menos de dos minutos, dejó ir las más claras de todo el partido.

Primero, al 60, un pase largo encontró saliendo a la defensa motagüense y dejó de cara al gol al Rojitas, pero el heredero de Wilmer Velásquez (que tenía a la par a Omar Guerra) no aprovechó el dos contra uno ante el meta Sebastián Portigliatti y, ante la presión de la zaga, se la entregó en las manos al portero argentino.

El Ro-ro se había levantado con el pie izquierdo y un minuto más tarde lo ratificaría, cuando volvió a entrar solo al área, pero cabeceó desviado de la portería motagüense.

Historia escrita

Sin duda que de esas no se volverían a presentar en el desafío, por lo que el resto del clásico solo sirvió para terminar de escribir una novela macabra que se terminó de sellar con una roja que quedó en la mesa de la discusión.

Alberth Elis acababa de ingresar e intentaba tocar su primer balón, pero su inocencia le hacía dejar la pierna en el choque con Luis Castro, que se revolcaba en el campo y provocaba que Moncada mandara a bañar al novel delantero merengue.

La historia estaba escrita y de ahí en más lo más trascendental fue el pitazo final y los nueve puntos que alcanzan ambos equipos y que los dejan a una unidad del líder Real Sociedad.

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