Puerto Lempira, Honduras
La presencia de los narcotraficantes en La Mosquitia, al este de Honduras, está latente todavía y pareciera que hay un juego del "gato y el ratón" en la destrucción de pistas.
La destrucción de estos puntos de aterrizaje se realiza en cuatro fases: la primera es la identificación, luego el aseguramiento, posteriormente se trasladan los explosivos y el cuarto paso es dinamitarlas.
El grupo de explosivos, del Batallón de Ingenieros, que también están incorporados en la Fuerza de Tarea Conjunta, abrió tres agujeros de 90 centímetros, formando un triángulo.
Luego con gran concentración para evitar errores, los expertos fueron preparando la detonación. Primero depositaron en el fondo de la excavación 50 libras de anfo, un explosivo de alto poder que consiste en una mezcla de nitrato de amonio y un combustible derivado del petróleo. Por su seguridad, esta mezcla es muy utilizada por las empresas de demolición.
Después, con 45 pies de un cordón detonante unieron dos barras blancas de hidromita con una barra roja de emulsión cuyo peso era de una libra y la colocaron sobre el explosivo anterior y así forman un coctel perfecto.
En uno de los extremos del cordón detonante, le unieron tres pies de mecha lenta y procedieron a enterrar aquel amasijo de explosivos.
Con todo preparado bajo tierra, comenzó lo que los expertos llaman “cebar”, proceso que consiste en unir las mechas lentas y colocarles en la punta el iniciador, que es una pequeña mecha plateada donde se inicia el fuego.
Uno de los tres soldados expertos explicó que la mecha lenta se consume en tres minutos después de haber sido encendida, tiempo necesario para ponerse a salvo, de lo contrario “se puede volar muy alto”.
Todo estaba preparado para la primera detonación y todos procedieron a retirarse del lugar; solo quedaron los tres del equipo explosivo, quienes además de estar al mando de un teniente experto en la materia, también eran supervisados por el coronel Víctor Omar Baltodano, jefe de operaciones de la Fuerza de Tarea Conjunta.
La mecha tomó fuego y los expertos procedieron a retirarse a unos 200 metros, donde estaban todos los demás militares.
A los dos minutos, de los tres cronometrados, comenzó a verse el humo de la mecha llenando el sitio de olor a pólvora.
Instantes después una explosión retumbó rompiendo la quietud de aquel lugar y todos comenzaron a correr porque la onda expansiva los alcanzó dejándoles caer pedazos de tierra y piedras.
Esta acción se realizó en seis puntos a lo largo de la pista. Los cráteres dejados por las detonaciones tenían aproximadamente un diámetro de 18 metros y una profundidad de cinco a seis metros.
Tras dejar totalmente inhabilitada la narcopista, la operación terrestre de ese día finalizó con el traslado de los equipos a Brus Laguna, a Ahuas y a Puerto Lempira.
Efectos
La presencia de los militares, principalmente los del Ejército, que son los que más tienen contacto con la ciudadanía, no es muy bien vista por la mayoría de pobladores de La Mosquitia, ya que ha cortado uno de los medios económicos ilegales que se había entronizado en esta sociedad.
Algunos habitantes creen que los capos del lugar son gente muy buena que da trabajo y ayuda a las comunidades, y que su ataque no debe ser tan severo.
“El narcotráfico aquí dejaba muchos recursos. Nosotros estamos totalmente de acuerdo que hay que combatir el narcotráfico, pero antes de hacerlo debieron haber pensado en un sustituto, algo que resuelva el problema económico”, dijo Buenaventura Calderón, presidente de la Asociación de Patronatos de Puerto Lempira.
Según él, debido a la presencia militar, ahora no hay circulante y los negocios están prácticamente paralizados.
“No tenemos fuentes de ingreso, como usted ve, aquí no hay maquilas, no hay fábricas, la pesca es a nivel artesanal, lo que es industrial se lo llevan para Islas de la Bahía y ni siquiera pagan los impuestos a esta municipalidad. Al no haber fuente de ingresos, nosotros estamos en dificultades”.
Las comunidades más afectadas son Puerto Lempira, Brus Laguna y Villeda Morales, añadió.
Justificó que debido a la falta de trabajo y dinero se ha desatado la delincuencia común, como los robos, asaltos, abigeato y toda una incidencia delictiva que queda en la impunidad porque nadie investiga.
Los mismos militares están conscientes que no son bienvenidos en La Mosquitia y para evitar su contaminación son relevados cada mes.