Santa Bárbara, Honduras
El día estaba totalmente gris. El cielo de la ciudad lloraba la pérdida de dos de sus hijas más queridas.
En los rostros de los pobladores se manifestaba dolor, impotencia y consternación.
En medio del llanto de amigos, parientes, vecinos y población en general fueron sepultados los restos mortales de la Miss Honduras Mundo, María José Alvarado Muñoz (19) y su hermana Sofía Trinidad (23), asesinadas vilmente la noche del pasado jueves 13 de noviembre y halladas enterradas la madrugada del 19 de noviembre a orillas del río Aguagua en Santa Bárbara.
El día del hallazgo, las hermanas Alvarado Muñoz cumplían seis días de estar desaparecidas luego de que ambas partieran a una fiesta de cumpleaños de Plutarco Ruiz, principal sospechoso del crimen y novio de Sofía.
Dolor
“Te perdono, Sofía, por llevarte a María José a esa fiesta”, gritó desconsolada Teresa Muñoz, madre de las jóvenes, quien no paraba de lamentarse de impotencia y dolor al ver a sus “muchachitas”, como las llamaba, en los féretros que llegaron a las 4:00 de la madrugada de ayer procedentes de Tegucigalpa.
La madre se aferraba a los ataúdes. Teresa ha cargado con el sufrimiento desde que María José y Sofía Trinidad Alvarado Muñoz desaparecieron. Los seis días de incertidumbre llegaron a su fin cuando las hallaron muertas en la comunidad Peña Grande, en la carretera a Caulotales, Arada, Santa Bárbara.
“Eran mis amores, niñas buenas. Respeten su dignidad, ellas eran buenas muchachas, honradas; dejen que descansen en paz”, clamaba Corina Alvarado, hermana mayor de las víctimas, en el culto que en memoria de sus hermanas se realizó ayer antes de que partiera el cortejo fúnebre al cementerio en la comunidad de Goaljoco.
Solidaridad
Fue un adiós impregnado de sentimiento. Todo un pueblo se volcó para despedir con honores a la que fue su reina y a su hermana. Los aplausos que se ganó a lo largo de su carrera de modelaje y certámenes de belleza se cambiaron por lágrimas, conmoción y dolor.
Se truncó el porvenir de María José, la Miss Mundo Honduras, y de Sofía Trinidad Alvarado Muñoz, la maestra de primaria. Para ellas, ayer solo hubo frases de cariño y admiración. Los recuerdos afloraron en cada uno de los santabarbarenses y pese a que su velatoria duró pocas horas, el cortejo fúnebre fue concurrido.
A las 11:00 de la mañana asomó la caravana, que recorrió dos kilómetros desde el barrio Las Galeras hasta el cementerio en Goaljoco, Santa Bárbara. Había desconsuelo, dolor, los rostros compungidos evidenciaban el luto que vive el pueblo.
Sus tíos se acercaron al vehículo que los trasladó para sacar los dos ataúdes, que durante seis horas fueron velados en la que fue su casa.
Las cajas mortuorias fueron selladas. Nadie pudo verlas por última vez. Sus familiares colocaron fotos sobre los ataúdes, que identificaban a las hermanas.
Corina colocó sobre la caja las bandas que su hermana ganó en los concursos.
Sepultadas
Los féretros fueron colocados en las fosas que se construyeron a la par de la de su padre, Óscar Virgilio Alvarado, quien falleció hace dos años.
Era el último adiós, los aplausos rompieron el silencio del cementerio. Las rosas no faltaron y el apoyo para Teresa Muñoz, madre de ambas jóvenes y Corina Alvarado, la hermana, fue mayúsculo.
La madre no soportó el momento cuando sus hijas eran sepultadas y fue retirada del lugar junto a la única hija que le queda. “Dios, que me dé fuerzas”, clamó la angustiada madre.
Sotera Muñoz, la abuela de las jóvenes, agradeció el apoyo de quienes les acompañaron en estos momentos de prueba. “Solo puedo agradecer el apoyo y pedirle a Dios por mis muchachitas. Llamo a las madres que cuiden a sus hijos”, exclamó.
Ayer, el pueblo le dio un hasta luego a María José y su hermana Sofía porque en los corazones de los santabarbarenses quedó grabada su sonrisa, la humildad que hizo que se robara el corazón de los que la conocieron.
Santa Bárbara llora, pero a la vez se resigna porque su reina sigue brillando, ahora en el cielo. Pero sí claman justicia y que la muerte trágica de las hermanas no quede impune.