Honduras

¿Dónde están los libros?

El 90 por ciento de la población no tiene el hábito de la lectura, dice académico

07.04.2014

Los teléfonos celulares se han convertido en los mejores aliados de los jóvenes en sus momentos de ocio, pero los libros siguen aguardando pacientes por ellos.

Sería una casualidad ver a un niño, un adolescente o un adulto, que se sienta en las aceras de su casa, en las esquinas de los bloques, en los carros, en las unidades de transporte, leer un libro.

Usualmente están ocupados -individual o en grupos- manipulando un celular, escuchando e intercambiando música, viendo juegos e imágenes. Este es su quehacer, su vocación, su pasatiempo favorito.

Si por lo menos un 25 por ciento de esa actividad dedicada a la tecnología estuviera concentrada en la lectura de un libro, como ocurre en otros países, los jóvenes tendrían un mejor futuro.

A juicio de los entendidos, la lectura es clave, no solo en la adquisición de conocimientos, sino en la formación de profesionales de buena calidad y en el desarrollo de las técnicas de la redacción asociadas con la buena gramática y la sintaxis. Las familias y el país serían los primeros beneficiados.

Una estudiante de medicina hondureña, becada en Cuba, cuenta que en cierto momento un profesor le resaltó que ella se diferenciaba de los demás del aula con historias clínicas bien redactadas, completas, con buena sintaxis y sin errores de ortografía.

Sencillo: esta joven tenía desarrollado el hábito de la lectura desde niña.

En Honduras, un 90 por ciento de la población no lee, según el escritor Eduardo Bahr, director de la Biblioteca Nacional, dependiente de la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes.

“Hay un grupo fuerte de niños que lee pero lee obligadamente, son estudiantes de secundaria. En la Biblioteca Nacional hace cinco años había 800 usuarios, hoy hay más de cuatro mil, pero la mayor parte son estudiantes de secundaria y universitaria que van hacer tareas”, puntualizó.

Barh dice que él hace la lucha por promover la lectura en la Biblioteca Nacional a través de “charlas infantiles” que suelen impartir personas especializadas.

En la Biblioteca “hay una agenda todos los días para los niños”.

Lo mismo ocurre en las bibliotecas públicas municipales, muchas de las cuales fueron creadas gracias a la ayuda de la cooperación sueca a través de la Red de Bibliotecas Públicas de la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes.

Por ejemplo, la Biblioteca Pública Modelo Municipal, que opera en la alcaldía capitalina, promueve la lectura en algunas escuelas donde reúne a los niños y leen cuentos de literatura infantil, entre otros.

El resto de libros se los dejan por unos días con la misión de que deben leerlos en un tiempo determinado.

Esta biblioteca, por iniciativa propia, tiene un Club de Lectura al que pertenecen jóvenes amantes de los libros, pero son de bajos recursos económicos, por cuya causa no los pueden comprar en las librerías. A ellos se les presta un libro y una vez que lo leen, lo devuelven y se llevan otro.

Hay muchachos que no tienen ni dinero para financiarse el pasaje en bus para ir a la Biblioteca.

En el ministerio de Cultura opera el Bibliobús. Se trata de un bus que lleva más de mil libros que entra a las colonias y barrios de la capital a promover la lectura en los centros educativos.

El proyecto estaba suspendido porque el bus estaba en mal estado, pero gracias a una ayuda del ministerio del Interior el programa fue rehabilitado.

Aún con estos esfuerzos por fomentar el hábito de la lectura, falta mucho que hacer a nivel de país, de Estado, de política educativa.

Los profesores de cada escuela y colegio son claves en el futuro académico de los niños.

Los docentes tienen una misión patriótica de promover la lectura entre los niños y los jóvenes. Hay centros donde los profesores ponen a los niños a leer de manera obligatoria. Otros lo dejan a opción del educando y otros simplemente no los inducen.

Y los padres de familia poco o nada hacen pos sus niños en esta tarea fundamental. Todo depende si el padre ha desarrollado él su hábito de lectura. “El hábito de la lectura tiene que ser generado por dos instancias muy importantes: Educación y Cultura. Eso tiene que ver con el presupuesto asignado a cada una. El ministerio de Educación tiene mucho más presupuesto que Cultura, de ahí que la efectividad de la promoción de la lectura sea más efectiva en uno que en otro”, dijo Barh.

“El fortalecimiento de la lectura está en manos de las bibliotecas escolares y de las bibliotecas públicas municipales. La secretaría de Cultura alimenta a 140 bibliotecas públicas municipales, y la secretaria de Educación tiene miles de bibliotecas escolares”, expuso Barh.

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