“El profesor me dijo que no teníamos nada que perder y que fuera para adelante”. Las palabras son de Juan Josué Rodríguez, la permuta que le reactivó el motor a la visita...
¿Cómo se explica ese final?
Bien dicen que el último pitazo es el que vale. Y que nadie se puede dar por vencido hasta que llegue ese momento.
Veinte minutos de infarto. Veinte minutos de tenerlo todo y salir con las manos vacías. Veinte minutos para seguir creyendo en el proyecto. Motagua y Parrillas One confluyeron en un partido de mucha garra y enormes sentimientos encontrados.
Primero, porque el Ciclón lo ganaba cómodamente: al 43, Rubilio adelantaba al campeón con martillazo de cabeza y, aunque un minuto después, empataba Darwin Bermúdez, tras un exceso de confianza de Henry Figueroa, otro grito de Rubilio y un martillazo de Lucas Gómez ponían el partido 3-1). Pero entró en inacción, despertando las últimas neuronas de rebeldía en la visita...
Voltereta sensacional...
Como en el segundo tiempo del domingo pasado, el equipo de Hernán García quiso vender cara su derrota. Ya con el Rambo Juan Josué Rodríguez y Juan ángel Romero en el campo, al 71 apareció el descuento para la escuadra forastera.
Centro de Darwin Bermúdez y cabezazo a lo Van Persie en el Mundial de Brasil 2014 de Nelson álvarez. Era el 3-2 y el equipo de Luis Girón creía, o al menos intentaba creer, que se podía contar un suceso sobrenatural en la grama del viejo estadio Nacional; Diego Vazquez hacía su parte para que el partido se fuera al precipicio: sin Lucas Gómez y Carlos Discua adelante, el Azul perdió fuerza y dejó la vía libre a la aparición de ese fantasma verde y amarillo que fortalece sus músculos en la capital.
Se evidenciaron los nervios en la zaga capitalina y ya con el tridente Rambo-Romero-López, Parrillas encontró la forma de meter miedo a este Motagua que disgustó en su regreso a casa. Arnulfo Beitar se fue como un delantero más y Marlon Licona transmitía intranquilidad a su zaga. Júnior Izaguirre, Juan Pablo Montes y Henry Figueroa flaqueaban y a cinco del final se vino el primero de los tiros libres que desnudaron a la zona baja del equipo de los Gutiérrez...
Centro del Rambo (a decir verdad, un auténtico “aleluya” a la olla) y una lucha sin identidad de los defensores motagüenses dejó la pelota a placer para Jefferson la Foca Bernárdez, el ex-Motagua que remató dos veces de zurda (la última, con tanta rabia que terminó con su zapato en el pecho de Marlon Licona) hasta inflar la red del marco sur.
Ya el empate era un premio enorme para el equipo del Conquistador. Pero con Iván López en el campo (¿por qué no lo llamó a la Bicolor, señor Pinto?), todo puede suceder: reavivada la sociedad Rambo-Chino, el “19” bailó al pobre de JP Montes y vacunó a Licona para elevar a proeza la tarde del Repuestero. Sí, 4 a 3.
Motagua (segundo partido al hilo que se deja alcanzar), quedó helado, equivocado y atolondrado. Y se le vine el clásico contra Marathón...
